Ayer, 28 de octubre, era el día de nacimiento del “tambor mayor Vargas”, combatiente que dejó escrito un relato de 10 años de luchas de la Guerra de la Independencia. La guerrilla de Ayopaya-Sicasica, a la que Vargas perteneció, fue la única que sobrevivió los más de 15 años de la contienda y ya transformada en la “División de los aguerridos” tomó la ciudad de La Paz antes de la llegada del mariscal Antonio José de Sucre que cruzando el río Desaguadero, ingresaba al entonces llamado “Alto Perú” luego de su resonante triunfo en Ayacucho.
El comandante guerrillero hizo varios intentos de que su obra fuese corregida y publicada en forma de libro, pues con la república ya habían llegado las imprentas. Pero no consiguió hacerlo ni siquiera dedicándolo al presidente Belzu, en 1853. A partir de ahí se pierden los rastros tanto del autor como de la obra. Los manuscritos extraviados fueron hallados un siglo después gracias a la persistencia de Gunnar Mendoza, quien fuera director del Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia.
Se trata sin duda de un material de alto valor histórico, aunque no se trata propiamente de un “diario” de anotaciones cotidianas (como el diario del Che, por ejemplo), sino del registro más o menos cronológico de los sucesos más importantes ocurridos entre 1814, cuando Vargas ingresa a la guerrilla siendo casi un adolescente, y 1825, año de la conquista de la independencia, cuando José Santos Vargas ya ostentaba el grado de comandante. La historiadora francesa Marie-Danielle Demélas, en su libro Nacimiento de la guerra de guerrilla…, sostiene que para el conjunto de América hispana, se trata de un documento único. Ninguna de las guerrillas de ese período, no obstante lo numerosas que fueron en América del Sur, tuvieron un relato de semejantes características. De ahí su interés por dedicarle varios años de trabajo de investigación.
El Diario de José Santos Vargas ha tenido una edición en su versión preliminar incompleta (Sucre, 1952) y tres ediciones de su versión más elaborada y completa (México, 1982; La Paz, 2008 y 2016), en todos los casos con el importante estudio introductorio de Gunnar Mendoza; con lenguajes un tanto diferentes (modernizados o paleográficos); acompañados de glosarios e índices, sean onomásticos, toponímicos o temáticos. Hay bustos y monumentos del Tambor en La Paz y Oruro, una unidad educativa paceña lleva su nombre, y también una escuela militar de música en Oruro; una imagen que intenta ser suya aparece en los billetes de Bs 10 junto al tarijeño Moto Méndez y al ava-guaraní Apiaguaiki Tumpa. No es poco, pero se mantiene en pie la interrogante que Cachín Antezana planteara hace ya algunos años: ¿Tambor Vargas (personaje histórico, de carne y hueso que dejó un valioso legado escrito) logrará los niveles de arraigo social alcanzados por un Juan de la Rosa (personaje de ficción novelesca creado en base a datos históricos por Nataniel Aguirre)? La cosa está por verse todavía.
Carlos Soria Galvarro es periodista.