El Día del Mar adquirió este año contornos especiales por coincidir con los alegatos en la CIJ.
El Día del Mar coincidió con los alegatos en la Corte Internacional de Justicia (CIJ), y esto hizo que el tema adquiera este año contornos especiales. Con mayor intensidad que nunca, bolivianos y bolivianas nos hemos zambullido intensamente en el océano de nuestra legítima aspiración de volver al mar, y que ante el mundo entero esgrimimos como un derecho irrenunciable. A lo largo de más de un siglo se han producido centenares de libros, ensayos, artículos de prensa y debates públicos sobre la cuestión. De ese inmenso caudal comparto tres de reciente lectura.
Uno: el investigador naturalista francés Alcide D’Orbigny, quien recorrió América del Sur entre 1826 y 1833, en su monumental obra Viaje a la América Meridional hace una detallada descripción de la región costera de Chile, Bolivia y Perú. Resalta la bahía de Mejillones, “la más hermosa y segura de las radas de la costa de Perú y Bolivia”. Asimismo, relata su estadía en Puerto La Mar o Cobija, sus dificultades en la provisión de agua dulce y la existencia del grupo étnico de los Changos, aparentemente ya desaparecido en la actualidad. Éstas y otras referencias muy interesantes sobre la Bolivia recién nacida están en los tomos III y IV del libro publicado por Plural en 2002.
Dos: Antonio Paredes Candia, prolífico escritor y también editor de libros, dio a conocer en 1986 un relato testimonial de Miguel Birbuet España titulado Recuerdos de la Campaña de 1879; hasta entonces inédito y totalmente desconocido para los historiadores. Paredes en la notícula introductoria dice que el manuscrito le fue entregado por Moisés Ponce de León Birbuet, descendiente de Miguel Birbuet. Infelizmente no dice cuál fue el destino final del manuscrito. No se sabe si fue devuelto a los familiares o estaba en el inmenso legado que Paredes Candia dejó en el museo de El Alto que lleva su nombre. En todo caso, la transcripción publicada se destaca por relatar las peripecias del Escuadrón de Franco Tiradores de la que Birbuet formaba parte, y por dar una versión un poco distinta del gesto heroico del puente Topáter, dice al respecto en la página 22: “Don Eduardo Abaroa, cuando se le había intimado rendición les había contestado, según afirmación de varios de sus compañeros: ‘Que se rinda su abuela y la p… que los parió’, sucumbiendo después de haber disparado más de 300 tiros…”. Si recordamos que el manuscrito de Birbuet está fechado en diciembre del aciago año de 1879, esto significaría que el surgimiento de la imagen casi mítica de Eduardo Abaroa es casi contemporánea a los hechos mismos, aspecto que después es confirmado por versiones provenientes del propio bando chileno, como lo sostiene el historiador Roberto Querejazú Calvo en su gran libro Guano, salitre, sangre.
Tres: Édgar Oblitas Fernández, en 1993 defenestrado por el neoliberalismo de la presidencia de la Corte Suprema de Justicia, en una conferencia que dictó en 1979 recordó que en su libro Historia secreta de la Guerra del Pacífico demuestra que se podía evitar la derrota si los gobiernos de Perú y Bolivia hubiesen seguido el plan estratégico del boliviano Julio Méndez, consistente en que los Ejércitos aliados no debían dar batalla en la región costera, donde Chile era fuerte, y más bien atraer a los invasores hacia la sierra, donde ambos podían hacerse fuertes; además de alejar a los chilenos de su aprovisionamiento marítimo. Si tanto Napoleón como Hitler tuvieron en su contra el general “invierno” cuando invadieron Rusia, Chile tenía en su contra al general “puna” al invadir Bolivia y Perú, sostiene Oblitas al destacar la propuesta estratégica de Julio Méndez, consistente en organizar grandes ejércitos en Potosí y Puno y operar desde allí como una tenaza sobre las tropas chilenas. Como para pensar ¿verdad?