Hace mucho tiempo decidimos no ocupar esta columna con obituarios. La razón es el elevado número de personas allegadas y conocidas que emprenden su último vuelo, abandonando la sala de preembarque donde nos encontramos. Cifra que, por supuesto, se ha disparado con la llegada de la pandemia.
Hoy hacemos la excepción para ocuparnos de una entrañable amiga y compañera: Sandra Aliaga Bruch, que cumplía años este mes de septiembre.
La conocimos a mediados de la década de los años 70 cuando llegó a Siglo XX formando parte de una delegación de estudiantes de la Universidad Católica de La Paz, en plan de aproximación a la militancia en el Partido Comunista de Bolivia (PCB). A la sazón ocupábamos la jefatura de prensa de Radio La Voz del Minero. Eran las vísperas de la ocupación militar de las minas, dispuesta por la dictadura banzerista en junio de 1976, para acabar con los vestigios democráticos que los trabajadores mineros sostuvieron hasta entonces en defensa de sus sindicatos y radioemisoras.
La vimos después en innumerables ocasiones en la lucha clandestina y en las brechas democráticas abiertas con la lucha popular en los años 78, 79 y 80, y después en defensa de la Unidad Democrática Popular (UDP), a partir del 82. ¿Qué posición adoptó Sandra una vez iniciado el desbande del PCB en 1985, poco después de su 5º Congreso y el posterior derrumbe del “socialismo realmente existente”? Lo ignoramos, pero si de algo podemos dar fe es que ella no cambió el trato fraternal hacia amigos/as y camaradas. Tenemos la impresión de que, con el transcurso de los años, fue asumiendo una militancia genérica en la izquierda democrática.
A la par de hacer periodismo en varios medios participó activamente en instancias asociativas de trabajadores de la prensa y hasta poco antes de partir presidió el Tribunal de Ética Periodística. Con el tiempo prosiguió afianzándose en ramas específicas vinculadas a la comunicación, en especial en salud y derechos sexuales y reproductivos, desplegó iniciativas diversas en multitud de eventos sobre tales temáticas y otras sobre comunicación en general. Uno de esos eventos fue organizado en 1999 por la cátedra Mención Periodismo (docente y alumnos) en la carrera de Comunicación Social de la UMSA, al cumplir ésta 15 años desde su fundación. Sandra participó con una exposición cuya propuesta central se resume así: “Estudio, milito, creo en la comunicación como una posibilidad para la vida, como un proceso capaz de promover el desarrollo sostenible y los derechos humanos de hombres y mujeres”. En el respectivo comentario sobre esta exposición, Luis Ramiro Beltrán lo consideró “Un acto de adhesión crítica al ideal de democratizar la comunicación para democratizar la sociedad, un manifiesto de fe empecinada en la utopía humanista con destellos subversivos, principalmente en las voces rebeldes de latinoamericanos en la década de 1970” (ver el libro 15 años UMSA Comunicación… La Paz, 2000).
A mediados de agosto del pasado año estuvimos por última vez con ella. Junto a la joven periodista Nancy Vacaflor fuimos invitados al programa inicial de una serie que Sandra había proyectado en Bolivia TV para incitar a la reflexión sobre los temas de fondo que estarían en juego en el proceso electoral que culminaría el 20 de octubre. Revisando la correspondencia que sostuvimos a raíz de esta invitación, nos encontramos con un abundante conjunto de ideas y posibles preguntas que muestran hasta qué punto tomaba en serio su rol de conductora y el esfuerzo por contextualizar los temas a ser abordados. Se trataba por cierto de algo muy diferente a la programación monocorde, sectaria y propagandística a que nos tenía acostumbrados el canal estatal y que ahora se repite con la presidenta-candidata.
De Sandra se podría escribir tanto que el espacio nos quedó corto. Solo resta decir que rechazamos tajantemente la forma maliciosa con la que se la mencionó en H Parlante. A pesar de su ingenio y su vasta experiencia, Archondo no aprendió todavía a sobreponerse a los impulsos y al encono que provocan las pasiones políticas.
Carlos Soria Galvarro es periodista