La palabra RECORDATORIO, dice Carlos Soria Galvarro, “no sólo apela a la memoria, sino que hace hincapié en los aspectos emotivos de la cuestión, no en vano la palabra recordar viene del latin re cordis que significa “volver a pasar por el corazón” y nosotros añadiremos que, “recordar es volver a vivir”.
En este caso, volver a vivir, la historia íntima de un periodista, escritor, además, de un leal y consecuente militante de la izquierda boliviana.
Carlos no es extraño en esta tarea de guardar la memoria ya que escribió varios libros testimoniales que comienzan Con la revolución en las venas (1980), Los mineros de Siglo XX en la resistencia antifascista, Vista al mar (1982) que es un testimonio sobre los violentos sucesos del 17 de julio de 1980 cuando los militares a la cabeza del Gral. Luís García Meza y del Cnl. Luís Arce Gómez se hicieron del poder tras un sangriento golpe de estado. Pajarito nuevo y el eco del monte son parte de la trilogía de 1980.
Barbie-Altmann: de la Gestapo a la CIA (1986) obra que reproduce la entrevista que Carlos le hizo al criminal nazi cuando era extraditado a Francia en lo que el autor llama “su retorno al pasado”.
Coati (1972) relatos de una fuga trata sobre el escape de presos políticos de la isla del mismo nombre durante la dictadura de Hugo Banzer Suarez. La recopilación documental de cinco volúmenes de El Che en Bolivia (1992-94 y 2005) junto con Andares del Che en Bolivia (2014. En 1967 junto a José Pimentel y Eduardo García nos entregaron San Juan a sangre y fuego (2007) sobre la masacre de ese año.
Como el mismo afirma, parecería que ya todo lo que debía decirse está dicho, sin embargo, la vena del escritor y del periodista guarda en la memoria muchos recuerdos y hechos que fueron y son parte de su propia historia que deben ser contados.
RECORDATORIO: Estampas de la segunda mitad del siglo XX, 284 páginas, y 13 capítulos impreso en los talleres gráficos KIPUS en mayo de 2022.
Llama la atención la presentación de la obra acompañada de los modernos recursos como los códigos QR que permite por medio del uso del teléfono celular, leer documentos complementarios que son de vital importancia para entender el contexto en el que se desarrollan los acontecimientos.
El Informe secreto al XX Congreso del PCUS presentado por Nikita Jrushchov el 25 de febrero de 1956, es uno de ellos, junto a la Segunda Declaración de La Habana, que es un discurso de Fidel Castro del 4 de febrero de 1962, también contiene libros, como El Tambor Vargas, videos como el musical a “Dos Voces” de Mario Benedetti y Daniel Viglietti en homenaje a Soledad Barret, (Marina). Y el bombardeo a la Casa de la Moneda en Santiago de Chile durante el golpe del 11 de septiembre de 1973. Contiene una lista parcial de las víctimas de la dictadura de Banzer y otros importantes documentos.
Así nace esta obra que no es más que un recuento de la vida de Carlos, en el mundo del periodismo, pero más íntimamente como militante de la “J”, (Juventud Comunista de Bolivia), refleja parte del devenir de nuestro país, en los últimos 50 años del siglo pasado.
Y esta historia se inicia cuando el autor tenía 11 años y desde su natal Parotani, llega a la gran ciudad (Cochabamba) se maravilla y al mismo tiempo se intimida por el movimiento de la gente y las bocinas de los vehículos, con el bullicio.
Su traslado a San Isidro en el departamento de Santa Cruz, pueblo de una sola calle y una pequeña iglesia donde no había escuela por lo que tuvo que dedicarse a las labores propias del hogar como el juntar leña para la cocina.
Sin la obligación de la escuela dedica parte de su tiempo a la lectura de obras universales como Los hijos del capitán Grant, La vuelta al mundo en 80 días, Viaje al centro de la Tierra, Dos años de vacaciones, Robur el conquistador, De la Tierra a la Luna, Veinte mil leguas de viaje submarino que le despertaron la adicción por la lectura.
A sus 19 años emprendió su primer viaje internacional a Moscú, la capital de la entonces Unión de las Repúblicas Socialista Soviéticas (URSS) no sin antes superar varios percances. Luego de convirtió en un viajero empedernido, recorriendo gran parte del planeta.
Su paso por la escuela de cuadros Komsomol del Partido Comunista de la URSS, donde asistía con el pseudónimo de Moisés, sirve para conocer una descripción pormenorizada no sólo de la propia escuela sino de la capital de la URSS.
Junto con Marina, vivió un apasionado amor juvenil. Marina, en realidad era Soledad Barret Viedma, militante paraguaya que sufrió los rigores de la dictadura uruguaya y a la que Mario Benedetti le dedicó un poema cantado por Daniel Viglieti, describe.
Ya en el capítulo 4 del libro, se cuenta la historia de la «J» que fue fundada el 27 de junio de 1953, y su primer congreso efectuado en 1960, que ratificó a Marco Domic como máximo dirigente estudiantil.
Durante la amena lectura destaca la trayectoria y vida de Andrés Soliz Rada, un hombre extraordinario que tuvimos la suerte de conocer en su calidad de periodista y dirigente de la entonces Federación de Trabajadores de la Prensa de Bolivia (FTPB).
En una larga caminata hacia una localidad rural cochabambina descubren coincidencias y también discrepancias sobre la realidad boliviana, más tarde Andrés, “Chichi” como le decíamos presenta un libro bajo el título de Controversias de la izquierda nacional y en su dedicatoria dice: “Para Carlos Soria Galvarro, compañero de sueños y esperanzas para una Bolivia mejor”, lo que sintetiza esa amistad.
Otro gran compañero de Carlos es Ramiro Barrenechea con el cual tenían coincidencia muy marcadas, pero también discrepancias, “no siempre estábamos de acuerdo con todo” dice Carlos.
Fuimos cómplices de lecturas heréticas como la Autobiografía de Federico Sánchez del español Jorge Semprum, lectura que les ayudó a bajar de sus pedestales a personajes encumbrados salidos de la guerra civil española.
“Es posible que yo contribuía a robustecer esas convicciones no precisamente desde la visión partidaria reinante, sino a partir de la utopía de un partido que se auto determine, actué con cabeza propia y sea capaz de conducir al proletariado y al pueblo en general de un modo consecuente y creativo en pos de un cambio revolucionario”.
A la postre, en 1971, ambos fueron elegidos miembros del Comité Central en el III Congreso del PCB, como reconocimiento a su trabajo en la Jota de la que eran sus más caracterizados dirigentes.
1965: LA SANGRE DERRAMADA
Con ese título parte el capítulo cinco que marca la lucha contra la dictadura militar que se había hecho del poder el 4 de noviembre de 1964 y también contra los que se denominan como “fraccionalistas” de orientación maoísta.
En ese año se produjeron matanzas en Milluni, Kami, Atocha Telamayu, Villa Victoria, Munaypata, El Tejar que se repetirían después con ensañamiento todavía mayor, en Catavi en el mes de septiembre de 1965.
El 24 de junio de 1967 las minas son escenario de otro genocidio bautizado por el pueblo como la Masacre de San Juan.
GUERRILLA EN CIERNES
A comienzos de 1967, dice Carlos, surgieron rumores de que estaba en marcha un proyecto de lucha armada guerrillera al margen del partido. El 8 de enero se convocó al Comité Central a una reunión a la que los jóvenes dirigentes de la “J” asistieron sólo con derecho a voz.
El autor dice que no logra reconstruir mentalmente los temas tratados ni tampoco “quién dijo qué”. Sólo recuerda la virtual unanimidad alcanzada en que el movimiento revolucionario “debía ser dirigido por los propios bolivianos”
Probablemente, de esta reunión surgió el germen que más tarde, provocó una confrontación con los partidos comunistas de Cuba y de la URSS.
Un hecho importante es que los encargados de la seguridad decomisaron y destruyeron todos los apuntes e impartieron severas recomendaciones de mantener en reserva el tema único de la reunión sobre los preparativos guerrilleros.
Reveladora es la carta que los máximos dirigentes enviaron a Fidel Castro cuyo contenido establece la posición del PCB en torno a la guerrilla y no es otra que las acciones deben ser dirigidas por bolivianos. “….la revolución boliviana debe estar dirigida por bolivianos y que nuestro partido reivindica tal derecho..” dice la misiva que, más tarde, Castro le hará conocer al Che que ya estaba en Bolivia.
Los sucesos de esa época muestran la división entre los que creían en la lucha armada o llamada “foquismo” y los que se mantenían en la línea del partido trazada por los máximos dirigentes.
El capítulo 7 marca lo que el autor denomina como “la División de las Aguas” en el que recuerda a varios de sus entrañables compañeros de lucha caídos en las acciones guerrilleras de Ñancahuazú.
Con ellos, emplea una técnica de ficción reflejada en entrevistas imaginarias sobre esa época y la actualidad, con maestría describe la situación actual, las nuevas tecnologías de la comunicación y de la información que causan asombro entre sus entrevistados, así como pasajes de la historia reciente.
Comparte la aparición del internet, el avance de la ciencia con la clonación de la oveja Dolly, la elección y la caída del presidente socialista Allende en Chile, así como la disolución de la Unión Soviética, la llegada al gobierno de la UDP, la relocalización de los mineros, así como la Marcha por la Vida les relata a sus compañeros ya desaparecidos.
Destaca la transcripción de un diálogo con Loyola Guzmán que no es ficción que revela el pensamiento de las dos facciones del PCB en torno a la guerrilla.
El capítulo 8 Ñacahuazú: ni menos ni más, contiene acuerdos internos que el PCB desde su alta dirigencia impuso a los más jóvenes y es que no se hable nada sobre la guerrilla y que se deje transcurrir “por lo menos entre 25 y 30 años, “para que la experiencia de Ñacahuazú, pueda ser valorada desapasionadamente”
La verdad para esta decisión era que había que callar y ocultar “aquello que a la luz de la verdad histórica podría perjudicarlos políticamente”.
En la introducción a su serie sobre El Che en Bolivia, Soria Galvarro dice que, la relación PCB-guerrilla, “sigue siendo un tema insuficientemente esclarecido. Un silencio culpable y deliberado lo ha ensombrecido a lo largo de este cuarto de siglo (hasta ahora medio siglo).
Tuvieron que pasar muchos años, diversas experiencias y bastante agua bajo el puente, para descubrir que relegando al olvido la sangre derramada en 1967, lo que se hacía era esconder prácticas políticas inconsecuentes y erráticas, sentencia.
El capítulo 9 está dedicado a la lucha contra la dictadura que a decir del autor le enseñó el valor de la democracia. Fue uno de los pocos dirigentes que, tras el golpe del 21 de agosto de 1971, a la cabeza del Cnl Hugo Banzer Suárez, se quedó en el país trabajando en la resistencia, viviendo a “salto de mata” entre 3 o 4 refugios que intercambiaba.
Fue en ese tiempo que viajó al distrito minero de Siglo XX porque quería ser minero, pero “esta facha de intelectual pequeño burgués” no le permitió ingresar a trabajar en interior mina, pero, sin embargo, le hizo incursionar en la radio, “me hice periodista a la mala”.
De esa época recuerda su convicción democrática “los que nos quedamos aprendimos el verdadero valor de la democracia”.
Una narración pormenorizada y detallada nos hace revivir ese aciago 21 de agosto de 1971, cuando el pueblo desarmado resistía el golpe en la plaza del estadio Hernando Siles y en el cerro de Laikakota.
El V Congreso del PCB efectuado en febrero de 1985, constató la existencia de tres tendencias entre sus filas. La primera, integrada por los dirigentes tradicionales apoltronados en posiciones reformistas y claudicantes. La segunda agrupada básicamente en dirigentes sindicales mineros y fabriles encabezada por Oscar Salas. La tercera, integrada básicamente por ex dirigentes de la JCB calificada como renovadores tenía como cabezas visibles a Ramiro Barrenechea, Remberto Cárdenas, Edgar Ramírez, Emil Balcázar, Fernando Fuentes y Carlos Soria.
Carlos fue designado Director de Unidad el periódico oficial del PCB, junto a un censor que debía revisar todo el material a publicarse, en esas circunstancias se imprimió el número 636, del 12 al 21 de junio de 1985, sin el visto bueno del control previo, que contenía un documento del Comité Regional de Cochabamba.
A la postre significó su expulsión pública e ignominiosa del PCB.
Su faceta como periodista también fue apasionante comenzando en las radios de los centros mineros donde en radio 21 de Diciembre de Catavi, conducía un programa llamado “Páginas proletarias”.
Graduado como periodistas recibió su título de manos de Andrés Soliz Rada, fue catedrático invitado en la Facultad de Comunicación de la Universidad Mayor de San Andrés, cargo que renunció 14 años más tarde tras ser ignorado en reiteradas oportunidades su pedido de someterse a un examen para ser catedrático titular.
Queda la placentera satisfacción de haber compartido experiencias con una verdadera multitud de jóvenes, muchachas y muchachos, con quienes elaboramos productos periodísticos tangibles en cuya tarea la mayoría de ellos afianzaron su vocación por el oficio, sintetiza esa etapa de su vida.
La obra finaliza con Veinte retrospectivas sobre un tema existencial a través de las cuales Carlos Soria Galvarro, resume su andar desde aquel ahora lejano día en que decidió incorporarse a la J y a la lucha revolucionaria del PCB.
Luego de este balance, el autor concluye en que, “Debatir, proponer, luchar con los recursos democráticos a nuestro alcance, proteger y ensanchar la democracia, fortalecer los movimientos sociales en sus capacidades propositivas y de negociación, ayudar a construir desde abajo el poder de la gente, sin vanguardismos, ni fundamentalismos dogmáticos. Ahora puedo decirlo sin ambages: estos son elementos de una propuesta, a mi juicio, más provechosa que las que ensayo infructuosamente a costa de muchas vidas.”
“Contribuir a una cultura democrática, donde los intereses nacionales y populares se robustezcan y terminen imponiéndose por ser más consistentes y por contar con la adhesión mayoritaria, sería el mejor tributo de homenaje a la sangre derramada.”
Debo confesar que cuando me enteré de la presentación de la nueva obra de Carlos bajo el denominativo de RECORDATORIO, me imaginé un libro con historias y anécdotas periodísticas, pero adentrarme en su lectura me ayudó a comprender ese medio siglo del trascender de nuestro país que tiene como protagonistas a jóvenes comprometidos con un ideal de libertad que inmolaron sus vidas para legarnos un mundo mejor.
La relación entre la guerrilla y la alta dirección del PCB es un tema que aún no logra cerrarse completamente, la ambigua posición del Comité Central de la época, el “silencio cómplice y deliberado”, como llama Carlos, lo ha ensombrecido pese a haber transcurrido medio siglo.
Que si estaban equivocados al escoger el camino de la violencia es una conclusión que seguro cada uno de nosotros tiene, lo real y evidente es que, esos jóvenes, fueron capaces de ofrendar su vida por la utopía de una sociedad más justa.
Que la lucha guerrillera o el foquismo como se la denominaba fue un error desde su inicio, o que la falta de apoyo del PC boliviano, con su ambivalente posición, la falta de comunicación de la guerrilla con la ciudad sin una clara definición de los cuadros superiores para apoyar la lucha armada es algo que aún se debate entre los que apoyaron la lucha armada y quienes creen que la democracia es el camino para potenciar las fuerzas del pueblo para alcanzar sus objetivos.
Una obra necesaria que merece ser leída con calma, sin apasionamientos, para entender el proceso político de los 50 años finales del siglo XX, desde la perspectiva de la lucha revolucionaria del PCB, con la importante como vital participación de los jóvenes.
Un libro importante para conocer de cerca la vida del autor, así como su consecuencia revolucionaria junto a los jóvenes comunistas de Bolivia muchos de los cuales no dudaron en derramar su propia sangre por sus ideales.
Oruro 06 de octubre de 2022
Salón Alberto Guerra, Casa de la Cultura Simón I. Patiño
(*) Periodista, Presidente de la Asociación Nacional de Periodistas de Bolivia (ANPB)
Una lectura obligatoria