Memorias de Carlos Soria Galvarro, un comunista cabal

Correo del Alba Julio 1, 2022

Durante siglos la cultura occidental se ha dado a la valiosa misión de testimoniar por escrito sus tradiciones y vicisitudes, ocupándose porfiadamente de las historias de vida. Así nos han legado títulos como Vidas paralelas, donde Plutarco reúne más de medio centenar de biografías de personajes del mundo grecolatino, entre los que destacan reformadores, rebeldes y revolucionarios como los espartanos Licurgo y Agis y los romanos Tiberio y Cayo Graco.

Los comunistas no han sido ajenos a esa práctica, al contrario, en los últimos dos siglos han desplegado amplios y ricos trabajos biográficos, como la trilogía de la vida de León Trotsky y Stalin. Biografía política escritas por el prestigioso historiador polaco Isaac Deutscher; o autobiográficos, como las Memorias de un revolucionario del belga Víctor Serge, obras imprescindibles a la hora de revisitar la Revolución bolchevique.

En nuestra mayúscula América los revoltosos y las revoltosas no se han quedado atrás, mirándose a sí mismo el poeta chileno Pablo Neruda en su Confieso que he vivido, el sacerdote belga-nuestroamericano François Houtart en El alma en la tierra, la chilena Marta Harnecker en Vida y pensamiento, el pedagogo brasileño Paulo Freire en Aprendendo com a propia história, Fidel Castro en Guerrillero del tiempo, y un larguísimo etcétera. Para un caudal testimonial abultado y necesario para las y los que luchan.

Carlos Soria Galvarro en el crucero Aurora, Leningrado, Unión Soviética, 1964.

En ese contexto llega a nuestras manos el recién publicado Recordatorio. Estampas de la segunda mitad del siglo XX, del escritor, periodista, historiador y comunista Carlos Soria Galvarro, libro indispensable para adentrarnos en la vida del autor, así como de las luchas revolucionarias de los últimos lustros en Bolivia.

Recordatorio está estructurado en 13 capítulos que, a lo largo de 284 páginas, nos remontan a la infancia Soria Galvarro en San Isidro –poblado al que se trasladó la familia por compromisos laborales del papá–, pasando por su temprana militancia en la recién creada Juventud Comunista de Bolivia (JCB) y su meteórico ascenso en esta, su posterior ingreso a las filas del Partido Comunista de Bolivia (PCB), la resistencia clandestina cuando la dictadura de Banzer, su labor política, periodística y docente, todo debidamente complementado con más de 80 imágenes entre documentos políticos, recortes de prensa, fotografías personales, mapas y otros.

Mención aparte merece un recurso advertido en la “Presentación”, referente a una serie de complementos al margen, en formato QR, que permiten a los lectores y las lectoras con el simple uso del teléfono móvil leer documentos (como los famosos “Informe Secreto al XX Congreso del PCUS”, pronunciado por Nikita Jrushchov el 25 de febrero de 1956; y “La Segunda Declaración de La Habana”, discurso de Fidel Castro del 4 de febrero de 1962), escuchar canción y poesía (como el musical a “dos voces” de los uruguayos Mario Benedetti y Daniel Viglietti en homenaje a Soledad Barret), apreciar en video hechos históricos (como el bombardeo de La Moneda en Santiago de Chile en el derrocamiento de Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973), leer libros íntegros (como En la selva de Néstor Kohan), entre una inmensa lista de materiales. Un depósito archivístico y audiovisual apreciable. 

Andrés Soliz Rada le entrega el título de periodista a Carlos Soria Galvarro, Casa de la Cultura de La Paz, 1988.

El segundo capítulo, “‘Formación de cuadros’ en la Tse-ka-sha’”, es un deleite de comienzo a fin, con el único “pero” de que hubiésemos deseado que se extendiera aún más acerca de esa experiencia. Y es que solo 10 páginitas le bastaron a Soria Galvarro para trasladarnos hasta la Escuela Central del Komsomol (juventudes comunistas soviéticas), lugar al que llegó a estudiar, con apenas 20 años, como parte de la promoción 1963-64 de los jóvenes comunistas bolivianos, entonces con el alias “Moisés”. Aquí nos ofrece una descripción detallada de la escuela –ubicada en las afueras de Bíshniki–, su arquitectura, organización y funcionamiento; los programas de estudios, lecturas –poco heréticas, pese al “deshielo” y la desestalinización en marcha– y su estreno con el ya polémico Manual de Economía Política, elaborado por la Academia de Ciencias de la URSS –tan cuestionado por Ernesto Che Guevara–; las conferencias magistrales que le permitieron conocer al legendario brasileño Luiz Carlos Prestes o al peruano Jorge del Prado; además de sus paseos por la Plaza Roja, el Kremlin y el Teatro Bolshói. 

El séptimo capítulo, “Divortium aquarum. La separación de las aguas”, es otro pasaje de marca mayor, donde el autor consigue entrelazar sus propias experiencias con elementos ficcionales, en diálogos imaginarios, a la vez que perfectamente equilibrados, con amistades o personas que le fueron cercanas y que se enrolaron y perecieron en la gesta del Che en Ñancahuazú, como Aniceto Reynaga Gordillo (“Aniceto”), a quien le cuenta pormenores del auge y caída de Allende, de las reformas de Gorbachov, la disolución de la URSS y “el socialismo real”, del fin de la Guerra Fría, de la victoria de Vietnam; Antonio Jiménez Tardío (“Antonio”), con el que compartió viajes y hogar, libros de Gorki, Jorge Amado y Nikolái Ostrovski, a quien le advierte del cambio climático, de la ocupación del espacio por las superpotencias, de los avances tecnológicos, la clonación y la aparente perversión de algunos científicos, de la computación y el Internet; Walter Arancibia Ayala (“Wálter”), a quien le actualiza sobre el despoblamiento de su entrañable Siglo XX, del efímero gobierno de la Unidad Democrática y Popular (UDP), de la  relocalización minera y la Marcha por la Vida, de la demografía mundial y local.

En el mismo capítulo Soria Galvarro nos comparte un “diálogo en vivo con Loyola [Guzmán]”, quien con mirada profunda y a la vez práctica desentraña malentendidos y bienentendidos de la relación entre la guerrilla y el PCB, poniendo los puntos sobre las íes para confrontar a los que atacan al argentino-cubano con el elemental argumento de “foquista”: “[…] el hecho de que se lo cite como ‘foquista’ al movimiento creo que es errado. Una interpretación arbitraria, utilizando el planteamiento de Debray que no era el pensamiento del Che. […] En ninguna parte del mundo, incluso los que han triunfado, siempre fueron masivos desde el comienzo. Ni siquiera un partido político empieza siendo un partido de masas, un partido político a veces empieza con un grupo pequeñísimo que, en base a su trabajo y su lucha va creciendo. Entonces, yo no sé por qué se lo maneja exclusivamente como estigma para lo que plantea el Che, cuando es una cosa absolutamente normal”.

En conferencia sobre el Che en la sede de la Unesco, París, 24 de octubre de 2017.

Finalmente recaigo en el tercer capítulo, “Marina era Soledad”, dedicado a su relación de amistad y sentimental con Soledad Barret, alias “Marina”, en su paso por Rusia. Nuevamente la juventud y los sueños, la pureza y la utopía –con el lastre absurdo de una rigidez dogmática confesa del autor en la época–. El recibimiento juntos del año 1964, el bailoteo de la fiesta, los posteriores paseos por Leningrado para conocer el Instituto Smolny –sede del primer gobierno revolucionario–, el crucero Aurora y el Hermitage, el Palacio de Invierno y la ribera del Neva, la catedral de San Isaac, donde el autor nos cuenta que escribieron en la nieve: “Bolivia y Paraguay: Paz y Amor”, “Marina y Moisés un solo corazón”. La vida de ambos tomaría cursos muy distintos. Soledad pasaría a la inmortalidad en el canto de Viglietti:

Cual el libertario abuelo del Paraguay
creciendo buscó su senda, y el Uruguay
no olvida la marca dulce de su pisada
cuando busca el norte, el norte Brasil, para combatir,
para combatir.

Una tercera cosa nos enseñó:
lo que no logre uno ya lo harán dos.

Actos heroicos y otros no tanto de una generación, las indecisiones de Monje y un gris Kolle, el V Congreso del PCB, compañeros muertos y otros sobrevivientes, rupturas familiares y clandestinidad, tarea periodística y el oficio del historiador, reflexiones a la luz de los años y una vida dedicada a la utopía… todo, absolutamente todo está en las páginas de las memorias de Carlos Soria Galvarro, un comunista cabal.   

Memorias de Carlos Soria Galvarro, 2022.