Muchos coinciden en que los análisis de Marx sobre el funcionamiento del capital son plenamente válidos
Carlos Marx nació en la ciudad alemana de Tréveris el 5 de mayo de 1818. El aniversario 200 de su nacimiento ha merecido una serie de conmemoraciones en su ciudad natal y en muchas partes del mundo. Pero también ha significado la reanudación de antiguos debates acerca de la validez y actualidad de su obra. “Sus estudios sobre la mercancía, el capital, la plusvalía, la acumulación originaria del capital, la tendencia descendente de la tasa de ganancia y las crisis capitalistas fueron referencia obligada de economistas y pensadores sociales del continente durante todo el siglo pasado”, dice Hernán Camarero, historiador argentino, profesor de la Universidad de Buenos Aires.
Tal “referencia obligada” se ha extendido también hacia nuestros días como lo pone en evidencia, entre otros muchos ejemplos, el libro que titula, parafraseando a El Capital de Marx, El Capital en el Siglo XXI, del economista inglés Thomas Piketty, quien no llega a la conclusión marxiana de la necesidad de sustituir el sistema capitalista, pero arranca sus principales formulaciones de las premisas del pensador alemán, sobre la creciente concentración de la riqueza en pocas manos y sobre las cada vez más acentuadas desigualdades en la sociedad. La obra de Piketty, traducida a varias lenguas y de gran difusión en años recientes, desató ardorosas polémicas que obligaron a desempolvar viejos textos y pusieron a Carlos Marx de nuevo en la palestra.
Para muchos, su pensamiento había caducado y se comprobó como básicamente erróneo luego del fracaso de los experimentos socialistas y la desaparición de la Unión Soviética. Se consideraba al marxismo como una reliquia del siglo XIX que tuvo efectos perniciosos a lo largo del siglo XX. Más todavía, en muchas regiones el marxismo era considerado como una manifestación foránea, “eurocéntrica”, distante de nuestras realidades.
Sin embargo, muchos ahora comparten la convicción de que los geniales análisis de Marx sobre el funcionamiento del capital son plenamente válidos y de gran actualidad para comprender las complejidades del sistema capitalista y sus periódicas crisis. La Ley del Valor enunciada por Marx, según la cual el valor de una mercancía está determinado por la cantidad de trabajo socialmente necesario para producirla, sigue siendo, dice Camarero, “la única forma de explicar los procesos actuales de concentración del capital y de generalización de relaciones sociales capitalistas en todo el orbe”.
Algo similar puede decirse de las denuncias de Marx, en especial en el capítulo sobre la acumulación originaria del capital, sobre el exterminio la población aborigen bajo el régimen colonial, perfectamente en línea con el pensamiento y acción de los próceres de la independencia americana y con los planteamientos actuales de la autodeterminación de los pueblos y el rechazo a formas neocoloniales de dominación.
Resaltan diversos autores que Marx no solamente hizo minuciosos estudios y escribió una obra portentosa, sino que además dedicó una parte importante de su tiempo a organizar y educar a los proletarios de la época, junto con su entrañable amigo y correligionario Federico Engels, artífices de la creación de la Asociación Internacional de los Trabajadores, llamada también Primera Internacional. Piedra angular del pensamiento de ambos es la tan conocida tesis de que “Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”.
Otra cosa es, y muy distinta por cierto, que el pensamiento de Marx haya sido deformado, convertido en dogma, vulgarizado y aplicado en su nombre a contrapelo de sus valores supremos de libertad e igualdad Es muy sabido que el propio Marx criticó reiteradamente a los simplificadores y vulgarizadores de sus tesis, y hasta llegó a confesar que, si eso que se hacía con su obra era marxismo, él no se consideraba marxista.
Es periodista