Julián Bonifacio, alias el Saralagua, integrante de las filas insurrectas, anuncia a grito pelado que otra vez se llevan preso a la ciudad de La Plata al kuraka Tomás Katari.
Surge espontánea la respuesta popular:
—En el abra de Queñuapugio, a media legua de la cuesta de Chataquilla, ahí nos vamos a concentrar; las mujeres y los muchachos se van a subir a las alturas para hacer caer las galgas y nosotros desde abajo y desde los costados les vamos a atacar con nuestras warakas…
—Dice pues que el Juan Antonio Acuña y sus chapetones están armados hasta los dientes, amarrado dice que lo están llevando a nuestro kuraka y a su escribiente don Isidro Serrano…
—Pero nosotros somos muchos, hermano, aprovecharemos la pendiente del terreno y les daremos una sorpresa. ¡Vamos a Chataquilla!
—¡Rijchariichej llajtamasikuna! !Jakullayña wauqekuna!!!
Comienzos de 1781, el año de los grandes alzamientos contra la colonia española, de los cuales Tomás Katari fue un precursor. Los pueblos originarios ya no soportaban los constantes abusos de los corregidores españoles y criollos, de los caciques nativos que estaban a su servicio y de los curas que eran cómplices y se beneficiaban de la explotación colonial.
Tomás Katari, kuraka quechua-aymara de Macha, en la entonces provincia de Chayanta, venía luchando varios años contra los atropellos. Para plantear sus reclamos hizo un memorable viaje a pie hasta Buenos Aires, sede del nuevo Virreinato al que había pasado a pertenecer el territorio de Charcas. Tomás Katari caminó unas 600 leguas (más de 3.000 kilómetros), acompañado de su fiel colaborador y amigo Tomás Achu. Logró hacerse oír por el virrey Juan José Vertiz, quien le otorgó algunas licencias para ejercer su liderazgo tanto en Macha como en toda la provincia de Chayanta, donde ya era muy conocido.
Las autoridades chuquisaqueñas no quisieron reconocerle en sus funciones y más bien lo apresaron, pero Tomás Katari logró fugar cuando lo conducían maniatado a la cárcel de Aullagas.
Poco después volvieron a tomarlo preso, lo que ocasionó el comienzo de la rebelión en la región de Pocoata, en 1780. Los pobladores originarios se reunieron allí con motivo de las listas o turnos para la mit´a de Potosí y exigieron al corregidor Joaquín de Alós que Tomás Katari sea liberado, pues ya había pasado casi medio año desde su último apresamiento. Alós respondió con insolencia y mató de un pistoletazo a Tomás Achu, respetado cacique, compañero de viaje de Tomás Katari. Fue la chispa que provocó el incendio. Miles y miles de hombres y mujeres se arremolinaron y tomaron preso al corregidor Alós. Lo hicieron caminar semidesnudo y descalzo y lo canjearon por Tomás Katari… Liberado, el líder fue acogido apoteósicamente y reconocido como la única autoridad legítima, pues la rebelión se había extendido por los pueblos de la región: Macha, Pocoata, Sacaca, Aymaya, Pitantora, Moscarí, Moro Moro, todo el norte de Potosí.
En esas condiciones fue nuevamente apresado en las inmediaciones del asiento minero de Aullagas. Aprovecharon que gran parte de su gente estaba dedicada a la siembra de verano, algunos caciques traidores colaboraron en su apresamiento.
El “Justicia Mayor” se empeñaba en llevar a Tomás Katari para entregarlo una vez más a la Audiencia de Charcas. Es en esas circunstancias que sus miles y miles de seguidores intentaron rescatarlo en la cuesta de Chataquilla. Luego de varias escaramuzas, la patrulla española fue rodeada por los cuatro costados, Acuña se da cuenta de que está perdido. En vez de rendirse y liberar a los cautivos, ordena matarlos a quemarropa.
Así muere el caudillo Tomás Katari… al mediodía del 8 de enero de 1781.
La reacción ante este crimen fue dura y fulminante, una furia incontenible destrozó a la patrulla española, aniquilando a todos sus integrantes.
La insurrección no se apagó. Dámaso y Nicolás Katari, primos hermanos de Tomás, encabezaron la continuación de las acciones.
Por esas fechas, Túpac Amaru II levantaba sus estandartes de guerra en el Cuzco y Julián Apaza (Túpac Katari) hacía lo propio en La Paz. (Datos tomados del ‘Diccionario Histórico de Bolivia’ y del libro ‘La rebelión de Tomás Katari’, de Claudio Andrade Padilla)
Carlos Soria Galvarro es periodista.