El boliviano Carlos Soria Galvarro es el último periodista que entrevistó a Barbie (también Altmann) antes de que fuera entregado a Francia. Fue durante 80 minutos, en el viaje en un avión militar entre La Paz-Guyana francesa y luego en otra nave de bandera gala hasta Lyon.
«Sí, sí» respondía el alemán Klaus Barbie, exjefe de la Gestapo en Lyon, a un periodista boliviano que le preguntaba si «tenía la conciencia tranquila», en el avión en que fue expulsado de Bolivia a Lyon, vía Guyana, el 4 de febrero de 1983, hace 30 años.
Barbie (1913-1991), conocido como el «carnicero de Lyon», fue acusado y sentenciado en 1987 en Francia por crímenes durante la II Guerra Mundial. Le fue atribuido el asesinato del líder de la resistencia francesa Jean Moulin y la deportación a campos nazis de 44 niños judíos ocultos en la villa francesa de Izieu.
El boliviano Carlos Soria Galvarro es el último periodista que entrevistó a Barbie (también Altmann) antes de que fuera entregado a Francia. Fue durante 80 minutos, en el viaje en un avión militar entre La Paz-Guyana francesa y luego en otra nave de bandera gala hasta Lyon.
«En la entrevista que le hice no mostró pesar ni remordimiento», relató a la AFP Soria Galvarro, quien el día de la expulsión cumplía funciones de director de noticias del canal estatal de televisión, por lo cual fue encargado del seguimiento informativo del histórico hecho.
«También dijo que ‘no tenía miedo a la muerte’, negó cualquier responsabilidad del pasado y trató de utilizar la entrevista para denunciar que su expulsión de Bolivia fue ilegal», acotó.
El periodista, hoy retirado de la función informativa, escribió el libro «Barbie-Altmann, de la Gestapo a la CIA», en el que detalla el sinuoso historial del exoficial de los servicios secretos del III Reich: jefe de inteligencia del nazismo en Lyon, reclutado por los servicios de espionaje norteamericanos para la lucha anticomunista y luego al servicio de varias dictaduras de derecha en Bolivia.
Según Soria Galvarro, «Barbie siguió trabajando para los servicios secretos alemanes» en la posguerra. El semanario alemán Der Spiegel confirmó en 2011 que el exagente de la Gestapo siguió colaborando con los servicios de inteligencia exterior alemanes(BND)después de la Segunda Guerra Mundial.
La AFP entrevista a Barbie en Perú
A fines de 1971, Barbie, con la identidad falsa de Klaus Altmann, salió de Bolivia hacia Perú, donde tenía contactos con otro paisano, Friedrich Schwend. Crecía la sospecha de que Altmann era en realidad Barbie. En Lima fue entrevistado por el director de la oficina de la AFP en la capital peruana, el francés Albert Brun, que le preguntó si era «el carnicero de Lyon», algo que negó.
«Mi padre conversó con Altmann (Barbie) en el bar del hotel Bolívar de Lima y luego le pidió posar para una fotos que le tomó mi madre Nicole Bonnet en la plaza San Martín», dijo a la AFP en Lima, la fotógrafa Alexandra Brun, hija del exjefe de la AFP para Perú y Bolivia, al recordar el hecho.
«Esas fotos de Barbie en la plaza San Martín, publicadas en enero 1972, dieron la vuelta al mundo, fueron las primeras que se conocieron del ‘carnicero de Lyon’ y sirvieron para disipar dudas: Altmann era Barbie», acotó Brun.
La expulsión de Bolivia
Los célebres cazadores de nazis Serge y Beate Klarsfeld seguían los pasos de Barbie y se enteraron de sus movimientos entre Lima y La Paz; la mujer viajó a la capital peruana y poco antes de su llegada el alemán volvía a Bolivia.
Beate Klarsfeld tuvo la valentía de sentarse el 6 de marzo de 1972 en una banca en la principal avenida en el corazón de La Paz, con un letrero denunciando a Barbie, en momentos en que el régimen militar mimaba al exSS, rememora Soria Galvarro.
Francia, que había condenado a Barbie en rebeldía en 1954, pidió a Bolivia su extradición, pero el régimen del militar Hugo Banzer Suárez, de abolengo boliviano-alemán, denegó la solicitud. Sólo un cambio de gobierno provocó que el destino del «carnicero de Lyon» diera un giro de 180 grados.
En agosto 1982 llega al poder el presidente de izquierda Hernán Siles Suazo y asume el viceministerio de Interior, el periodista Gustavo Sánchez Salazar, que en 1972 inició contactos con los esposos Klarsfeld, quienes habían confirmado que Barbie vivía en Bolivia bajo el nombre de Klaus Altmann.
«La expulsión de Bolivia (el 4 de febrero de 1983) fue una decisión acertada», precisa Soria Galvarro, pues el retorno de la democracia a Bolivia, tras 20 años de fieras dictaduras, permitió encarrilar la justicia histórica.
La expulsión rumbo a Francia y no la extradición fue una jugada legal del gobierno de Siles Suazo, pues se lo echó porque Barbie había migrado al país sudamericano a fines de 1951 de manera irregular, cambiando su identidad a la de Altmann).
«Hubo una presión directa (a Bolivia) del gobierno francés, del presidente (Francois) Mitterrand (1981-1995), o mejor dicho un pedido. Esa decisión desde el punto de vista ético fue impecable, el presidente (boliviano) Siles tuvo una decisión valiente» de expulsar a Barbie, explicó a la AFP el expresidente, eriodista e historiador Carlos Mesa (2003-2005).
El juicio contra Barbie en Lyon comenzó en enero de 1987 y en julio de ese año la justicia francesa emitió la sentencia de cadena perpetua por crímenes contra la humanidad. El 25 de septiembre de 1991 falleció de leucemia en prisión.