La Paz 5 julio 2022
El pretexto o motivante para escribir este texto tiene que ver con la presentación del libro Recordatorio, estampas de la segunda mitad del siglo XX de Carlos Soria Galvarro (CSG), las palabras vertidas por los comentaristas, y el posterior reclamo del autor ante la poca crítica hecha a su obra y claro, no menos importante, las emotivas alocuciones de las y los asistentes al evento.
Para contextualizar. Tengo una larga, por no decir vieja relación, la cual no inicia en la militancia política por diferencias generacionales y de afinidades políticas. Él era comunista cochabambino y yo admirador de Quiroga Santa Cruz; nuestra relación tampoco se da en las aulas universitarias de la carrera de comunicación social de la UMSA, donde podría haberse dado este encuentro pero no se dio, pues CSG junto a Antonio Peredo y Remberto Cárdenas eran parte del grupo de docentes top de la carrera durante los años noventa, y obviamente la mayoría de las y los estudiantes se mataban por ser parte de sus paralelos; salvo, salvo los que tomábamos los horarios de trabajo, donde no teníamos ninguna opción para elegir docente y nos tocaba lo que nos tocaba, en varios casos “docentes fantasmas” que casi no aparecían durante el semestre.
Nuestro encuentro se da en el campo profesional, yo todavía lidiando con la U y el trabajo, pues en esa época realizaba algunos trabajos de dibujo y diagramación para don Richi García, un excepcional imprentero, quién en algún momento me contactó con don Carlos para que haga el diagramado y las ilustraciones de la segunda edición de su pequeño libro denominado, Vista al mar, su testimonio sobre el asalto a la COB en el golpe militar de 1980, y es a partir de ese momento que se fue afianzando una relación que perdura hasta el día de hoy. Son más de 30 años, durante los cuales he llegado a conocerlo sobretodo en su faceta de profesional íntegro y entregado a sus compromisos intelectuales y laborales. Lo considero un pionero en el interés y uso de los medios digitales y sobretodo la red de redes, el internet. Recuerdo como en el CEDOIN, institución de la que fue director, impulsó su uso y exploró las posibilidades que podría brindarle a la institución. Alguna gente lo veía con mucho escepticismo (yo entre ellos, no lo voy a negar).
Fue y es un gusto trabajar con él en sus proyectos editoriales, pues siempre está abierto a las propuestas gráficas que se le hacen y no creo recordar oportunidad que haya rechazado alguna, salvo la ocasión en la que hacíamos la portada de su serie “El Che en Bolivia” dónde fue tajante en su rechazo a utilizar la icónica foto del Che de Korda y pedía el usar de manera harto justificada una foto del guerrillero con una gorra a la que el llamo el Che boliviano; en síntesis, don Carlos es de pequeño grupo de clientes-amigos con los que da gusto trabajar.
Pero mejor vamos a la obra en cuestión, si bien don Carlos no pidió mi opinión en esta oportunidad, comedidamente me brindo a darla luego de leer este repaso histórico que es “Recordatorio, estampas de la segunda mitad del siglo XX”, trabajo que tiene nomás un carácter biográfico, que se va tejiendo en el contexto político que le tocó vivir, ya sea como “homo tiphograficus”, docente universitario y más aún y sobre todo durante su militante vida política de más de 25 años, desde su casi adolescencia hasta su expulsión del PCB en 1985.
La primera duda que me salta, desde el inicio de la lectura, es ¿cómo se dio su iniciación en el campo político?, ¿cuáles fueron las motivaciones para ser comunista y no demócrata cristiano o falangista?, ¿quién fue la “oveja negra” que lo llevó por el camino del anticristo y la herejía? En todo el libro hay varios saltos temporales y este, en definitiva, es uno de los cruciales que nos podría dar más luces sobre la definición de su futuro como político, periodista e historiador.
En esta selección de estampas histórico/biográficas son pocos los momentos en que se encuentra al individuo Carlos Soria Galvarro, a la persona con una vida al margen del contexto político en el que le tocó participar. Esto hace que el relato en gran parte de la obra se torne un tanto impersonal, hasta frío y desamorado, tal vez el capítulo 3: “Marina es Soledad” es uno de esos pocos donde el autor se desnuda de su piel política y da rienda suelta a algunos recuerdos de un primer encuentro sentimental con la compañera Marina durante su estadía en la escuela central del Komsomol soviético. Se suman el traumante recuerdo infantil cuando su padre le hace una broma en el mercado, algún momento familiar en Cochabamba o el sobrenombre de Peto que se mantiene hasta estos días en el entorno familiar.
También, cabe destacar las sentidas palabras para con varios de sus compañeros, como Aniceto Reynaga, Walter Arancibia, Loyola Guzmán, Ramiro Barrenechea -su eterno compinche- y Antonio Jiménez “Pan divino”, motivante para que años más tarde le diera este nombre a su primer hijo.
Hay un frondoso ceibo que adquiere un gran protagonismo en la portada y el colofón del libro con una histórica foto de una reunión familiar, su importancia no termina de quedar explicita, salvo por el pie de foto que menciona que el autor despertó a la vida consciente, lo cual amerita –pensando en una futura segunda edición– un desarrollo más amplio, que ahonde en la historia familiar de los Soria-Galvarro cobijados por el imponente árbol.
Como bien dice el subtítulo de la obra, son estampas de la segunda mitad del siglo XX, pero hay varios cortes temporales, ciertos baches históricos que no terminan de redondear esa segunda mitad del siglo XX. Tal vez el más llamativo sea el tumultuoso periodo de 1982 al 1985, durante el gobierno de la UDP, cuando el PCB, parte de la coalición de partidos de izquierda, llega a ser parte de esa gestión de gobierno que marcará el regreso a la democracia y también una de las épocas más dramáticas para la economía nacional, con la hiperinflación, los conflictos internos de la coalición de partidos políticos, el férreo trabajo de la oposición, el acortamiento del mandato de Siles Suazo y finalmente la llamada a elecciones. Entonces, me quedan dudas: ¿qué pasó con el PCB en ese periodo? ¿cuál fue el protagonismo de los comunistas en esa gestión de Siles Suazo? ¿qué funciones cumplió CSG en el gobierno de la UDP? Y por supuesto no menos importante ¿cuál es la autocrítica a ese periodo histórico?
El periodo 1985 al 2000, también queda en la nebulosa dentro de este conjunto de estampas históricas. Me queda el sabor amargo de que parecería que poco sucedió en este final de siglo; aunque hay algunos destellos que nos remiten a la marcha por la vida de 1986. Una alternativa podía haber sido incluir algunos pasajes de sus otras obras como son Recuentos y Contextos para brindar un panorama más amplio en este nuevo ensayo testimonial.
Recuerdo que en varias oportunidades me dijo que lo llame por su nombre, pero no se porqué diablos, será respeto, la diferencia de edad, la costumbre, siempre me costó y cuesta hacerlo, siempre será don Carlos, bueno tal vez podría ser don Qhechi, tal vez.
Y hasta aquí llegué, termino parafraseando a uno de los comentaristas en la presentación del libro: “hice la tarea profe”, (olvidé una de las recomendaciones que solía hacerme don Carlos: evitar el uso de los gerundios).
Martín Sánchez E.