¿CSUTCB en la ruta de Genaro?

El movimiento campesino boliviano tiene como uno de sus hitos fundamentales la creación de la CSUTCB (Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia), cuya base social es muy variada y multiforme. Cabe recordar que el evento fundacional fue un primer congreso nacional realizado hace 44 años, el 27 de junio de 1979. Si bien contaba en lo inmediato con el apoyo y los auspicios de la COB, no es menos cierto que era el resultado de un largo proceso de maduración y de enconadas luchas parciales por conquistar la autonomía organizativa que rompa con el manoseo ejercido desde el Estado, primero por los gobiernos del MNR y después por los regímenes militares.

En esa etapa juega un rol muy destacado el líder aymara Genaro Flores Santos, elegido como máximo dirigente de la CSUTCB en tres congresos consecutivos (de 1979 a 1987). Rebasando la camisa de fuerza de la estructura “sindical”, Flores encarnó una visión autóctona de reivindicación étnico-cultural expresada en la recuperación de las figuras míticas de Túpac Katari y Bartolina Sisa, el uso cada vez más frecuente de la wiphala y la pugna por ampliar los espacios de participación campesina en el seno de la COB. En tales circunstancias, se produce el golpe de Estado narcofascista de García Meza que frena este curso y desmantela el directorio de la COB. Genaro quedó al mando de un pequeño núcleo clandestino de la resistencia que es detectado y avasallado por el aparato represivo, que lo hiere de un disparo al momento de capturarlo (19 de junio de 1981), dejándolo sin poder caminar por el resto de su vida. Genaro Flores Santos, nacido en la comunidad Atipampa, provincia Aroma del departamento de La Paz en septiembre de 1942, falleció en agosto de 2019. Que sepamos no existen plazas, calles ni sitios geográficos que lleven su nombre.

Los sindicatos agrarios son una realidad, especialmente allí donde las comunidades fueron debilitadas o destruidas por el sistema de haciendas, así como también subsisten autoridades originarias en muchísimas comunidades. Ni los unos ni las otras son formas de organización químicamente puras. En muchas partes los sindicatos actúan como gobierno comunal y han heredado formas de funcionamiento típicas del ayllu como la rotación anual y las asambleas comunales, a su vez no es de extrañar que muchas autoridades originarias asuman modalidades aportadas por los sindicatos agrarios por ser más apropiadas para su intervención en el ámbito municipal. Puede decirse entonces que a nivel local se mezclan y complementan estas formas organizativas. Pero no ocurre lo mismo a nivel supracomunal donde a través de subcentrales, centrales o federaciones departamentales, tiene supremacía la estructura sindical y, de hecho, la CSUTCB ejerce la máxima representación a nivel de todo el país.

Desde que, en 1995, un congreso de la CSUTCB tomó la decisión de forjar un instrumento político propio, ha corrido mucha agua bajo los puentes. El llamado “Pacto de Unidad” surgido en 2002 articuló a todas las organizaciones campesino indígenas del país: CSUTCB, Confederación Nacional de Mujeres Campesinas Indígena Originarias “Bartolina Sisa” (CNMCIOB-“BS”), Confederación Sindical de Comunidades Interculturales Originarias (CSCIOB, excolonizadores), Confederación de los Pueblos Indígenas del Oriente Chaco y Amazonía (CIDOB), Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qullasuyo (Conamaq). No se crea que este acuerdo es una taza de leche, hubo conflictos, contradicciones, salidas y entradas, recomposiciones y paralelismos a granel. Pero es dable sostener que la CSUTCB es la organización de mayor peso político, la columna vertebral del proyecto y por tanto la que tiene mayores responsabilidades a la hora de salvar la unidad, tanto al interior del “pacto” como con el conjunto de organizaciones populares que sostienen el proceso de cambios iniciado en 2006 y que en la actualidad está atravesando sus peores momentos.

Carlos Soria Galvarro es periodista.