Sin el propósito de enturbiar las “fiestas julias” que a lo largo de este mes vienen impulsando las autoridades paceñas, principalmente el gobierno municipal, abordamos hoy un tema por demás espinoso: el tratamiento de las aguas servidas de la ciudad de La Paz. No todo debe ser jolgorio, entrega de obritas a diestra y siniestra, también es importante recordar las carencias y, sobre todo, volcar las miradas hacia el conjunto y hacia el mediano y largo plazos.
De hecho, entre las obras propagandizadas estos días está el entubado en Obrajes de otro tramo del río Choqueyapu sobre el que, como remache, se proyecta construir una “bella avenida”. Permítasenos decir que esto resulta siendo no solamente ocultar la basura debajo de la alfombra, sino que es exactamente lo que hay que hacer para agravar el problema.
Nos explicamos. Según los especialistas, un caudal de agua servida para en cierta medida regenerarse, necesita espacios para correr holgadamente y para tomar contacto con la luz solar. Dichas aguas eliminan gérmenes patógenos pero no vuelven a ser potables de manera natural; con los movimientos y con el soleado, se hacen semi-potables aptas para regar sembradíos alimenticios. Está ocurriendo lo contrario: canalizaciones y entubados que traban el correr de las aguas y le disminuyen su relación con el sol, mientras avanza a pasos acelerados el crecimiento de la población y la mancha urbana en las subcuencas y la cuenca central que, entre otros aspectos, significa el aumento de las descargas que llegan al río y el acortamiento de la distancia entre estas y los terrenos tradicionalmente dedicados a la producción agrícola, principalmente en el municipio de Mecapaca.
¿Qué han hecho los diferentes gobiernos municipales para evitar que el río Choqueyapu siga siendo la cloaca de la ciudad de La Paz? La respuesta es contundente y lapidaria: ¡absolutamente nada! Vale la pena subrayar que este no es el caso de municipios como el de Santa Cruz de la Sierra por ejemplo, donde según se sabe, la obtención de agua potable de profundos pozos perforados es menos cara que el tratamiento de las aguas servidas, pero a nadie se le ha ocurrido por eso utilizar el río Piraí para tales menesteres.
Ante la gravedad del asunto, hace más de 10 años se comenzó con los estudios involucrando al Ministerio de Agua, la Gobernación de La Paz y municipios concernidos, ciudades de La Paz y El Alto, y rural-urbanos como Mecapaca, Achocalla y otros. Salta a la vista que las soluciones solo son posibles en el marco de la metropolización, es decir de esfuerzos mancomunados. Pero sospechamos que tales estudios y proyectos, que seguramente costaron un montón de plata, duermen empolvados en las gavetas de un recinto burocrático mientras algunas autoridades están más dedicadas a cosechar coimas, como lo ocurrido precisamente en dicho ministerio.
Entretanto, “saludando de julio el gran día” reclamamos a quienes corresponda:
— Información y actualización urgente de los estudios y estado del proyecto de tratamiento de aguas servidas de la cuenca del río Choqueyapu.
— Inventario completo de las industrias que arrojan partículas de metales pesados, principalmente cromo de curtiembres (materiales que el agua no puede eliminar de forma natural). Conminatoria a que tales industrias procesen las aguas que utilizan antes de echarlas al río.
— Suspensión y control estricto del infame tráfico de escombros: empresas constructoras depositan desechos de las demoliciones en lugares inapropiados, principalmente a orillas de caminos, en el lecho de ríos y riachuelos. De regreso sus volquetas llevan arena lavada, piedra y otros materiales limpios para la construcción.
— Verificar si se cumple rigurosamente el tratamiento diferenciado de desechos hospitalarios.
Ya es hora de que “Nuestra Señora de La Paz” comience a pagar las deudas que tiene con su entorno.
Carlos Soria Galvarro es periodista.