Casos y cosas del Bicentenario (IV)

Los “gritos libertarios” de 1809, en Chuquisaca el 25 de mayo y en La Paz el 16 de julio, marcan el inicio de una nueva etapa de la lucha emancipadora de las colonias de España en América. Se caracteriza por el rol predominante de los estamentos criollos y mestizos. Los indígenas están presentes esporádicamente y han perdido el control que tenían en los grandes levantamientos nativos de 1781 (los Katari en Potosí, Túpac Katari en La Paz y Túpac Amaru II en Cuzco). Asimismo, fracasan los intentos de aglutinar en un solo bloque a unos y otros, como ocurrió fugazmente en Oruro.

Mientras en las provincias del Rio de la Plata se hace imposible el retorno del virreinato, entre otras razones por el contrapeso británico, en el Perú y en especial en Charcas campean los ejércitos realistas aplastando, uno a uno, los focos de rebelión. En La Paz, Murillo y los después llamados “protomártires de la independencia” son llevados a la horca, sin contemplaciones.

Pero, en el sentido estratégico, quienes impiden el avance de las tropas realistas hacia el sur con la pretensión de tomar Buenos Aires son las partidas de guerrilleros, las mal llamadas “republiquetas” que colaboran con los “ejércitos auxiliares” enviados por el Gobierno de las Provincias Unidas, derrotados por los realistas en tres oportunidades consecutivas. Entretanto, las provincias no eran tan “unidas” como lo proclamaba su nombre, se agitaban por constantes pugnas, en especial la controversia entre la centralista ciudad de Buenos Aires y las provincias. Entre otros temas, se debatía la forma de gobierno a adoptar. La disyuntiva en ciertos momentos era: monárquicos o republicanos, súbditos o ciudadanos. Por una parte, Mariano Moreno, Castelli y Monteagudo, a quienes bautizaron despectivamente como “jacobinos”, aludiendo al ala radical de la Revolución Francesa. Y por otro lado, Rivadavia, Belgrano, San Martín, y Güemes, cada uno con sus propios matices, con sus momentáneos énfasis y con sus ocasionales aliados. Unos proclamaban la necesidad de un régimen monárquico constitucional al estilo de Inglaterra y otros llegaron a proponer un retorno al Imperio incaico.

En el contexto de estos debates surge una voz sumamente original: la de Vicente Pazos Kanki. Una calle en la ciudad de La Paz es, que sepamos, el único símbolo que recuerda en Bolivia a tan destacado personaje. Ni las autoridades políticas ni los organismos que agrupan a los periodistas, han hecho algo por homenajearlo. En la Argentina menos, solo uno de los siete solitarios “parajes” que tiene uno de los “partidos” de la Provincia de Buenos Aires, llevaba su nombre hasta 2019 (no sabemos si subsiste luego de la virtual quiebra de los ferrocarriles en el país vecino). “Gaceta de Buenos Aires” fue el primer periódico que salió luego del 25 de mayo de 1810 (2 de junio, declarado Día del Periodista argentino). Pazos Kanki fue su editor responsable entre 1812 y 1813 y compartió por un tiempo la conducción con Monteagudo. Después fundo el “El Censor”, en el que desarrolló intensas campañas que lo llevaron a su primer exilio. A su retorno, en 1816 —sin sotana, pero con esposa inglesa y con imprenta—volvió a las lides periodísticas, fundó “Crónica Argentina”, desde cuyas páginas defendió las ideas republicanas con apasionado rigor. Bartolomé Mitre, historiador y futuro presidente de la Argentina, casi siempre parco en halagos, dijo sobre esa parte de su obra: “Hay artículos de periódicos que tienen la importancia histórica de un libro y este es uno de ellos” (artículos de septiembre a diciembre de 1816). Con su lenguaje vibrante y con una lógica implacable, arrinconó a las tendencias monarquistas. “Un indio de la ciudad de La Paz”, como se autonombraba, les dio la estocada final.

Nunca retornó al país que lo vio nacer. Pero hizo mucho por serle útil a lo largo de su complicada vida. Su biografía debiera ser más conocida en este Bicentenario, ¿no les parece?

Carlos Soria Galvarro es periodista.

1 comentario en “Casos y cosas del Bicentenario (IV)”

  1. Herlan Dominguez Noco

    Es justo y necesario reconocer los aporte de luchadores por la independencia, solo hace reconocimiento a sus figuras que le interesa en función de sus intereses.

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