A pesar de su importante contribución a la historia del país, el periodista, escritor e investigador boliviano, además columnista de La Razón, Carlos Soria Galvarro, reivindica de forma enfática su condición de profesional de la información. El jueves se conoció que ha sido honrado con el Premio Nacional de Periodismo 2023, de la Asociación de Periodistas de La Paz (APLP).
El jurado encargado de seleccionar de la distinción más importante de la carrera, según la normativa interna, estuvo compuesto por los miembros del Tribunal de Honor: María Eugenia Verástegui, Olga Palma, Cathia Rodríguez, Thania Sandoval y Javier Aliaga, junto a los presidentes de la Asociación Nacional de Periodistas de Bolivia (Zulema Alanes) y de la Asociación de Periodistas de La Paz (Raúl Peñaranda) para la gestión 2022-2024.
Otrora docente de la Carrera de Comunicación Social de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) por más de 14 años, el periodista afirmó que recibió la noticia con cierta sorpresa.
En una entrevista con La Razón, Soria Galvarro consideró que el jurado tomó en cuenta varios aspectos para su distinción, entre ellos su contribución al trabajo docente en Oruro y La Paz. Además, su ejercicio de la Historia, interrumpido por la dictadura de 1971.
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Estudioso
Carlos Soria Galvarro Terán nació en Parotani, Cochabamba, el 17 de julio de 1944. Trabajó en las radios mineras 21 de Diciembre y La Voz del Minero; Televisión Universitaria, Canal 7, El Periódico de México, OʹDiario de Portugal, los semanarios Unidad y Aquí, el portal Enlared de la Federación de Asociaciones Municipales (FAM), entre otras.
Amplio estudioso y conocedor de la campaña y la impronta del Che Guevara en Bolivia, ahora se encuentra retirado en su residencia de Mecapaca, donde, junto a su compañera Beatriz Mena, gestionan radio Sur Agricultura.
El galardón le será entregado en una ceremonia solemne el próximo 5 de diciembre, en el acto de aniversario de fundación de la entidad, que data de 1929.
Soria Galvarro fue detenido, torturado y expulsado de Bolivia el 17 de julio de 1980, cuando cumplió 36 años de edad. Recibió asilo político en México.
Era el gobierno del dictador Luis García Meza.
En su larga trayectoria escribió varios libros y ensayos, entre los que se destacan: Con la revolución en las venas: Los mineros de Siglo XX en la resistencia antifascista (1980); Vista al mar: Testimonios sobre el 17 de julio de 1980 (1982); Barbie-Altman: De la Gestapo a la CIA (1986); El Che en Bolivia (cinco volúmenes 1992-1996); Campaña del Che en Bolivia (1997); Coati 1972: relatos de una fuga (1997); Coloquio Antonio Paredes Candia y la cultura popular boliviana (2001); Contextos y recuentos (2002) y Los andares del Che en Bolivia (2014).
—¿Cómo recibe el premio de la APLP? ¿Lo esperaba?
—Yo sabía que hace dos años algunos colegas andaban postulando mi nombre. Algunos de ellos me sugirieron que yo postule, pero nunca he querido hacerlo, menos hacer campaña yo mismo para una postulación.
He pensado siempre que, si era un reconocimiento, mínimo, de esta labor tiene que ser un reconocimiento de los demás, de los que han podido aquilatar esa postulación y no de mí mismo; por eso no fue totalmente sorpresivo, pero, en todo caso, pensé que se ha olvidado del tema y esa parte sí me sorprendió.
—¿Cómo cree que en lo personal aportó Soria Galvarro al periodismo?
—Creo que hay muchos aspectos por considerar (…). Uno de ellos podría ser, en orden un poco inconexo, mi contribución al trabajo docente en la universidad de un año en Oruro y 14 años en la UMSA. Creo que logré transmitir experiencias, motivar inquietudes, impulsar a muchos colegas jóvenes que ahora están destacados en el periodismo, como Grover Yapura o Edwin ‘Cacho’ Herrera, entre otros.
El otro puede ser justamente el hecho de que mis estudios de Historia parciales en la universidad (…); muchos de mis trabajos en ese sentido tienen pinceladas históricas y eso no quiere decir que me pueda sentir historiador.
—¿Prefiere llamarse periodista o historiador?
—Muchos colegas me lo dijeron así: el historiador Carlos Soria Galvarro. Pero yo siempre digo que soy periodista; reivindico mi condición de periodista; periodista, además, salido de la corriente empírica.
Pero también impulsor de la coexistencia de la colaboración, del trabajo conjunto entre la parte empírica y la parte académica; no en vano he sido alumno de la Universidad Andina Simón Bolívar durante un año, en un curso de periodismo avanzando.
Creo que también hay que destacar el hecho de que me he desenvuelto en diferentes medios (de comunicación), así como hablo de una especie de prehistoria en mi condición de periodista, prehistoria que está radicada en la panfletería, el hecho de difundir comunicados, manifiestos, proclamas, y está impregnada en la actividad política. Yo provengo de la actividad política; a diferencia de otros casos que del periodismo pasaron a la política, yo vine al revés: de la política al periodismo, y esa experiencia de transformar lo panfletario en periodístico he vivido en carne propia en las minas.