Resulta increíble la inclusión entre los candidatos de personajes que a ojos vistas en vez de sumar restan
La columna de la quincena anterior, referida a las señales negativas que hacen perder votos a la candidatura oficial, provocó reacciones dispares entre mis amables lectores y también entre muchas personas cercanas a mis afectos. Quienes apoyan ciegamente al Gobierno, poco familiarizados con los análisis críticos, suponen que me pasé al campo de la “derecha”. Los más fanáticos ya me pusieron la etiqueta y lanzaron por las redes clarinadas de alerta y luces rojas.
Qué curioso, personas ubicadas en el otro bando me acusaron de no haber incluido en mi nota otras señales a su parecer todavía más negativas, como las que con frecuencia emite el Presidente en sus apariciones públicas. Asimismo, me desafiaron a enumerar señales positivas, según este parecer, muy pocas o inexistentes por completo. Signo de los tiempos actuales: opiniones radicalmente divididas. Según unos, todo lo que hace el Gobierno es positivo, y para otros, nada.
Algunas fórmulas electorales tuvieron conflictos en la nominación de sus binomios, poniendo en evidencia la total ineficacia del ensayo de elecciones primarias, por el momento y por la forma en que se realizaron. En este clima, la presentación de candidaturas para senadores y diputados era otra fuente interesante de señales para el análisis. Si bien formalmente se cerraba el plazo el 19 de julio, por lo que viene ocurriendo, el TSE admitirá enmiendas hasta el 2 de agosto, pues las listas definitivas deberán publicarse indefectiblemente el 11 del mismo mes.
Resulta obvio que la confección de las listas de candidatos se sujeta a parámetros muy complicados: paridad y alternancia de género (obligatorias por ley), regiones, culturas, pertenencia a movimientos sociales, clase social, juventud (la bonita de la fiesta), arrastre, carisma, equilibrios, alianzas, continuidad y muchos otros entre los que no se descarta el potencial aporte financiero a las campañas (de ese modo, algunos “compran” un curul invirtiendo sus recursos).
En lo que hace a la candidatura del MAS-IPSP, es notorio el énfasis con el que se destaca la presencia de empresarios privados e “invitados” sin militancia (¿nuevas alianzas o simple búsqueda de votos?). También la renovación de una gran parte del equipo parlamentario (los muy pocos que quedan no parecen los más capaces, sino los más aduladores, designados a dedo, en ciertos casos violentando procedimientos orgánicos). Pero lo que realmente resulta increíble es la inclusión de personajes que a ojos vistas en vez de sumar restan. Entre muchos que se podrían mencionar con un estudio minucioso, en el caso de La Paz, hay dos ejemplos concretos.
El uno es un dirigente de los choferes que se farreó discrecionalmente los recursos destinados a proporcionar servicios de salud a sus afiliados, y que se libró de ir a la cárcel solo porque tenemos un sistema judicial ineficaz y podrido hasta la médula. El otro es un supuesto dirigente vecinal que ejerció como punta de lanza para entorpecer la gestión municipal en la ciudad, a tal punto que los propios voceros locales del oficialismo más de una vez se desmarcaron de sus acciones. Que hayan sugerido estos nombres y, peor, los hayan impuesto con sus influencias en las alturas sugiere la existencia de una mano negra infiltrada que se empeña en que el MAS-IPSP pierda votos en esta ciudad.
A quienes pensaban votar azul en defensa del proceso de cambio ni siquiera les queda el recurso del voto cruzado, pues los dos mencionados figuran en las “franjas de seguridad” de los diputados plurinacionales. Se imponen las señales negativas. Y las positivas siguen esperando que los medios estatales dejen de hacer propaganda y hagan información de verdad.