Con la mejor buena voluntad he buscado en la Agenda Patriótica diseñada por el Gobierno algunas señales de que en el futuro próximo el país pueda contar no solo con una política ferrocarrilera, sino con planes concretos y metas realizables con relación a los trenes. Algún indicio de que por lo menos se detendría la tendencia regresiva inocultable en esta materia. Francamente lo que he hallado es muy poco.
El tema está incluido de modo muy general en el segundo punto o pilar, que plantea la “Socialización y humanización de servicios básicos”. La dimensión u objetivo sería “proveer al 100% sistemas de comunicación vial, fluvial, aérea y satelital”, Y la meta a alcanzar sería que el 100% de las bolivianas y los bolivianos estén integrados a través de esos sistemas. Los ferrocarriles, se supone, estarían inmersos dentro del rubro “comunicación vial” conjuntamente con las carreteras, pero lo que no se dice es cómo se lograría esa meta tan ambiciosa.
Con base en las competencias asignadas por la Constitución a los diferentes niveles del Estado, la publicación oficial que hemos consultado (Agenda Patriótica: quién hace qué. Nº 6 de la serie Autonomías para la gente) avanza señalando que es competencia del nivel central “la construcción, mantenimiento y administración de líneas férreas y ferrocarriles de la Red Fundamental”. Tendríamos que imaginar que la red fundamental sería por lo mínimo la interconexión de la red oriental (Yacuiba-Santa Cruz y Corumbá-Santa Cruz) con lo que queda de la red occidental (Oruro-Uyuni-Villazón, Uyuni-Antofagasta). Pero eso no está dicho, es una mera suposición.
A renglón seguido se refiere a las competencias de los gobiernos autónomos departamentales, asignándoles las tareas de “construcción y mantenimiento de líneas férreas y ferrocarriles en el departamento de acuerdo con las políticas estatales, interviniendo en los de la red fundamental en coordinación con el nivel central del Estado”. Además: “transporte interprovincial terrestre, fluvial, ferrocarriles y otros medios de transporte en el departamento”. Una vez más, puras generalidades, no hay señalamientos ni siquiera aproximados de los estudios a realizar para construir nuevas rutas o rehabilitar las anteriormente existentes.
En suma, las constataciones antes señaladas llevan a la conclusión de que elaborar una política ferroviaria en el país, capaz de sentar las bases de planes y proyectos viables y sustentables, es todavía una asignatura pendiente; y además urgente, en la medida en que se abrieron, por enésima vez, los debates sobre la conexión interoceánica.
Y nada mejor para “entrarle” al tema que la lectura de Estación Bolivia, un libro modesto pero esencial, publicado en 1998 por Mario Arrieta Abdala.
Volveremos sobre el tema para revelar lo que “verdaderamente tiene de importante” este libro, como me lo dijo el autor en su dedicatoria poco antes de partir con su compañera, Tota Arce, en el viaje sin retorno.