En una asamblea estudiantil eligieron a Jorge Lazarte, a Víctor Sosa y a mí para formar parte de una delegación universitaria que dialogaría con Juan José Torres, el comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas sacrificado días antes por el presidente Alfredo Ovando debido a las presiones de la derecha militar.
Conjuntamente Óscar Prudencio, Rolando Costa y algunos más por la parte docente fuimos a la cita la tarde del 5 de octubre de 1970, día del golpe encabezado por Rogelio Miranda contra Ovando.
El encuentro fue en una elegante residencia del barrio de Miraflores. Nos recibió el abogado Jorge Gallardo Lozada, quien después sería Ministro del Interior en el gabinete de Torres. Comenzó a desgranar un almibarado discurso sobre las intenciones constitucionalistas de su representado, cuando en eso saliendo del fondo de la casa se apareció en traje de civil el propio general Torres en carne y hueso.
Me impresionó su complexión robusta y su baja estatura, pero sobre todo el vigoroso apretón de manos que nos brindó a todos. Con un notorio gesto desautorizó las palabras del abogado y nos dijo lo que después repitió tantas veces: buscaba formar un gobierno de tránsito al socialismo, asentado en cuatro pilares: obreros, campesinos, estudiantes y militares.
Contó que había sido completamente leal a Ovando, incluso después de su destitución del mando militar, pero ahora las cosas habían cambiado, el presidente no quiso resistir al golpe de Miranda, capituló sin combatir, lo cual a él lo dejaba libre de compromisos. Mirando su reloj, relató que en esos momentos, unas cuadras más abajo, en el Gran Cuartel, la oficialidad de la guarnición de La Paz sufragaba con tres opciones de voto: se queda Ovando, entra Miranda o se van los dos.
En esas circunstancias alguien se aproximó y le susurró unas palabras al oído. Me informan que realizado el escrutinio venció la tercera opción, se van los dos, dijo Torres.
Pasamos la noche haciendo guardia en la universidad, mientras se instalaba en el Palacio Quemado un efímero triunvirato que dictó un toque de queda que nadie acató. A cierta hora se vio salir a Torres del edificio Brasilia, donde vivía, al frente del monoblok, cargando una pequeña maleta. Algunos pensaron que se dirigía a buscar asilo en una embajada. Estaban equivocados, iba a la base aérea de El Alto donde desde el amanecer recibió un remolino de gente que lo apoyaba. Al día siguiente ,7 de octubre, bajó apoteósicamente y juró el cargo de presidente frente al pueblo en la plaza Murillo.
Carlos Soria Galvarro es periodista e historiador.
Era el inicio de un gobierno patriotico y una apertura para la izquierda boliviana atomizada en un sinfin de siglas y grupos sectarios que cada cual se sentia dueño de la verdad y sin ningun plan que aterrice en la realidad nacional, Sin liderasgos ni perspectivas termina tendiendo la cama a la dictadura mas nefasta de la historia y a traves de esta, la implementación del plan condor en nuestro país.