Guerra cibernética

En abril de 1961 tropas financiadas, organizadas, entrenadas y dirigidas por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de los Estados Unidos desembarcaron en la parte sur de Cuba, en la Bahía de Cochinos. En días previos, aviones —también estadounidenses— con insignias falsas de la Fuerza Aérea Cubana, simulando un alzamiento de los pilotos, buscaron destruir en tierra los aviones cubanos.

La finalidad era establecer una cabecera de playa donde funcionaría un “gobierno provisional” en cuyo auxilio la potencia del norte procedería a intervenir militarmente con el beneplácito de la OEA. El plan, preparado con mucho cuidado durante largo tiempo y con mucho dinero, contó con la complicidad de gobiernos dictatoriales como el de Somoza en Nicaragua, país de donde zarparon los barcos y los aviones.

No obstante, el dispositivo fracasó estrepitosamente. En menos de 72 horas los invasores fueron derrotados. Más de un centenar de ellos murieron, y otros 1.200 fueron capturados junto con importante material bélico. La batalla final, dirigida por Fidel Castro en persona, se dio en Playa Girón, sitio que se convirtió en símbolo de la resistencia a la prepotencia imperial. El proceso cubano salió ampliamente fortalecido y se declaró socialista. Ni poniendo en juego todo su carisma Kennedy pudo esconder las evidencias de la injerencia y las burdas mentiras que la rodearon. Un completo ridículo del que no pudieron salvarse ni la CIA ni las autoridades estadounidenses.

Qué lamentable: más de medio siglo después, Estados Unidos sigue en las andadas. No se ha conformado con mantener un bloqueo criminal, tan estúpido como ineficaz.

No han sido suficientes las acciones terroristas constantes ni los intentos, comprobados hasta la saciedad, de asesinar a los líderes cubanos. En abril, la agencia de noticias Asociated  Press (AP) puso al descubierto un plan millonario de “guerra cibernética” contra  Cuba, implementado entre 2009 y 2012 nada menos que por la inefable Usaid, violando una serie de normativas legales, tanto cubanas como estadounidenses y otras de carácter internacional que rigen el sistema interconectado de comunicaciones telefónicas y de internet.

El famoso “Zunzuneo” era una operación secreta contra Cuba con el agravante de que se financiaba, engañando a las propias autoridades estadounidenses, con recursos destinados a otra finalidad en otro país y mediante contratistas privados. Todo un escándalo. Muchos medios de difusión aportaron con mayores datos y han condenado tales acciones. Representantes, tanto demócratas como republicanos, pusieron en figurillas a los ejecutivos de Usaid, haciéndolos comparecer a comisiones parlamentarias que investigan el asunto. La principal agencia estadounidense de cooperación al de-  sarrollo “convertida en una CIA de bolsillo” es el comentario generalizado. 

¿Hasta qué punto las nuevas tecnologías de información y comunicación incrementan la peligrosidad de las operaciones encubiertas contra nuestros países? ¿Cómo andaremos por casa? Habría que pensarlo, verdad?