Levantemos a la juventud boliviana contra la antipatria fascista

(Documento Político del Primer Pleno del Comité Nacional
de la Juventud Comunista de Bolivia, marzo 1972)

Camaradas:

Es esta la primera reunión plenaria de nuestro organismo dirigente surgido del III Congreso Nacional, evento que se realizó en pleno desarrollo del golpe fascista, pero que sin embargo alcanzó a aprobar sus documentos centrales, elegir el Comité Nacional y decidir aceleradamente su participación en los combates callejeros de resistencia a los golpistas. Podemos pues, afirmar que la JCB en su mayor expresión organizativa: el congreso, tuvo un bautizo de fuego en las jornadas populares del 21 de agosto. Es verdad que nuestra participación en momentos tan cruciales no estuvo acompañada del necesario nivel organizativo y reveló nuestra escasa preparación para la lucha armada, no obstante, decenas de camaradas congresales, resistieron valerosamente hasta los últimos minutos, codo a codo con el pueblo combatiente de La Paz.

APRENDER DE LAS DERROTAS

De una manera general el 21 de agosto, hay que explicarlo no solo desde el punto de vista del enfrentamiento armado, librado en esa oportunidad en condiciones desventajosas para las fuerzas revolucionarias, –aunque es de gran importancia extraer para el futuro las principales experiencias en el plano militar– sino sobre todo, como el desenlace de un proceso de agudo enfrentamiento de las masas populares bolivianas, con el imperialismo y sus soportes de dominación en el país. Proceso que si bien se expresaba por el poderoso ascenso de masas, no alcanzó a darse los instrumentos políticos y orgánicos capaces de consolidar la unidad de todos los sectores sociales interesados en sostener y profundizar el curso revolucionario emprendido por el pueblo a partir de octubre de 1970.

El Secretariado Nacional de nuestro Partido, en su declaración que enjuicia al golpe, ha señalado las siguientes causas como las determinantes para el ascenso del fascismo:

  1. El papel motriz, coordinador político-militar y financiero jugado por los organismos yanquis, enfilados a retomar el control del país

Acá están incluidos: la presión exterior ejercitada particularmente por el gorilismo brasileño y la extrema derecha argentina; la presión y el chantaje económicos del capitalismo financiero y sus socios de la “empresa privada” nativa; la infiltración, el soborno, la provocación y todas las artimañas puestas en juego por el imperialismo y la antipatria. El proceso democrático que vivía nuestro país, era parte del movimiento revolucionario y liberador de los pueblos latinoamericanos, la estrategia imperialista buscó su aplastamiento sin reparar en medios.

  1. La falta de unidad, la dispersión y hasta el enfrentamiento entre fuerzas potencialmente interesadas en el avance del proceso de octubre.

Es decir, la ausencia o poca eficacia de los instrumentos coordinadores de la unidad, y el sectarismo irresponsable causante de la dispersión. Factores que impidieron la integración de los diversos sectores antiimperialistas, principalmente el sector patriótico de las Fuerzas Armadas y algunas fracciones del MNR que, en vez de ser neutralizados o ganados a las posiciones revolucionarias, fueron entregados a sus mandos derechistas y reaccionarios. Una sincera autocrítica y una firme actitud encaminada a superar las posiciones sectarias y aventureras de parte de los partidos que mayormente incurrieron en este tipo de desviaciones, será una cuestión indispensable.

  1. La ausencia total de un comando de Dirección única que organice la seguridad y la defensa del proceso

Acá se puntualiza la inexistencia de un Mando Militar Supremo y la escasa preparación combativa de los partidos y de las organizaciones de masas. La falta de aparatos de inteligencia e información, de centros de preparación para la lucha insurreccional de resistencia. El poco trabajo responsable y serio por fortalecer el núcleo de cuadros con posiciones revolucionarias en el seno del Ejército y la Policía, etc.

  1. La acción vacilante y la indefinición del General Torres, que buscaba su estabilidad sobre todo en el apoyo castrense y se negaba a entregar armas al pueblo

Se remarca la política conciliadora en el manejo de las FF.AA. a nivel de sus mandos, los mismos que paulatinamente fueron controlados por los militares pro-norteamericanos y gorilas, encabezados por los “Rangers” y, la incapacidad para estructurar un organismo de seguridad leal y eficiente.

Subrayamos acá los factores que anota la Dirección de nuestro Partido, ya que en la correcta comprensión de ellos, radica la posibilidad de asimilar las experiencias de esta derrota del movimiento popular. Más aún si todavía hay grupos que cegados por sus particulares ideas, solo alcanzan a ver uno u otro factor aisladamente y de ello derivan tácticas erróneas para el enfrentamiento de la actual situación. Para nosotros, los jóvenes comunistas, debe quedar claro que las acciones militares no son una finalidad en sí mismas ni el problema de la lucha armada puede ser enfocado al margen de la lucha de las masas. Por el contrario, concebimos la lucha armada insurreccional, como la prolongación de la lucha política de las masas por medios militares. Este punto de vista entraña una profunda diferencia con los que reducen el problema de la revolución, de la toma del poder, a una cuestión puramente militar, ajeno a las masas e idealmente ejecutado por grupos selectos; tal enfoque, conduciría en las actuales condiciones, a la repetición de errores, abundantemente demostrados como tales por la práctica de nuestro país. Otra cosa es, y muy distinta por cierto, que en determinado momento de la lucha, en la fase más elevada de la movilización popular, la cuestión militar adquiere preponderancia y asume carácter definitorio, como parte de la estrategia política de la revolución, como su continuación lógica y necesaria. Querrá decir lo anterior que la cuestión militar será encarada solo en esos momentos? … De ninguna manera. Hacemos nuestra la expresión de Lenin que dice:

“Una clase explotada que no aspire a tener las armas, a aprender a manejarlas y a conocer el arte militar, será una clase de lacayos”.

Lo que queremos significar es que para nosotros lo militar está subordinado a lo político y, es evidente que en las actuales circunstancias, la dirección principal de nuestra lucha está enfilada a restablecer y ampliar nuestros vínculos con las masas; partiendo de objetivos limitados reorganizar y poner en pie el movimiento de masas. Lo que buscamos es inclinar la correlación de fuerzas en contra de la dictadura fascista, antes que iniciar inmediatamente el enfrentamiento armado.

Junto a ello y simultáneamente, debe ser preocupación nuestra, la preparación militar de los cuadros y organismos de la JCB, por ser patente nuestra insuficiencia en ese renglón de la actividad revolucionaria y, porque es previsible la salida insurreccional armada de la actual situación en la misma que deberemos ocupar nuestro papel sin vacilaciones.

Al mismo tiempo es hora de dirigir, como parte de nuestra labor política de masas, grandes esfuerzos de organización y propaganda hacia las Fuerzas Armadas, particularmente hacia los soldados, clases, suboficiales y oficialidad joven.

La preparación combativa de la JCB, lo reiteramos, no comprende solamente la preparación para la lucha armada. Muy poco habríamos adelantado si paralelamente no elevamos a un nuevo nivel la preparación política e ideológica. Esto es posible lograr a condición de: a) Cultivar una actitud despierta, indagadora y fecunda para el estudio individual de la teoría y para su utilización en la interpretación de los problemas juveniles y nacionales; b) Organizar responsablemente los medios con que la JCB cuenta para la difusión y el estudio: cursillos, publicación de material, charlas, lectura colectiva, etc.; c) La lucha cotidiana por la aplicación práctica de la línea política del Partido y las orientaciones de la JCB, en el seno de las masas juveniles, sin lo cual no pasaríamos de ser una cofradía de charlatanes.

Ciertamente la política de masas, hacia las masas y con las masas, es un aspecto que distingue mus nítidamente a los comunistas de otros grupos revolucionarios, lo que desde ya, da una idea de su importancia de principio. La revolución es esencialmente la obra del pueblo de cada país. La lucha armada revolucionaria será antes que nada la obra de las masas populares. Esa es la enseñanza de la lucha revolucionaria mundial, que confirma los puntos de vista fundamentales del marxismo leninismo y la experiencia de la lucha del pueblo boliviano.

EL CONTUBERNIO ANTI-NACIONAL

El gobierno instalado en el poder en agosto pasado, representa los intereses de los grupos más reaccionarios y antinacionales de la burguesía. Es nada más que un instrumento al servicio del capital monopolista y de un puñado de viejos y nuevos oligarcas.

Cuanto ha venido haciendo desde su ascenso confirma esta aseveración. Este gobierno no tiene nada que ver con los intereses del pueblo boliviano. Su gestión está orientada exclusivamente a aplastar las aspiraciones populares hacia una patria independiente y socialista. Su papel es el de favorecer la penetración rapaz del capital extranjero. Es tan alienada y vergonzante esta capa de la burguesía que niega a Bolivia como pueblo y como nación; asienta sus propias posibilidades de prosperidad en el reparto de las migajas que los capitalistas foráneos puedan dejarle del festín en el que nuestra patria es la presa sacrificada a la voracidad de los “inversionistas”.

La reservas estañíferas contenidas en las colas y desmontes, recuperadas para el país por decisión patriótica del General Torres, son nuevamente entregadas a los yanquis, tras la cortina de humo de la “empresa mixta” rechazando en los hechos la alternativa soberana de los hornos de volatilización. “Matilde” está a punto de correr la misma suerte. Los banqueros y financistas al servicio de la Gulf se aprestan a recoger los beneficios de haber hecho su “agosto”: ya han obtenido del gobierno el compromiso de nuevas grangerías bajo el manto de los “contratos de servicio” y al propio tiempo las seguridades de una superabundante indemnización que repare el “daño” inferido al pulpo petrolero. Ya ha sido aprobada una “Ley de Inversiones”, presentada como la salvación de los males de Bolivia, pero que solo significa el otorgamiento de las más libérrimas garantías a las inversiones extranjeras, verdaderas “bombas de succión” que esquilmarán al país. Esas son las “obras” de la dictadura en el plano económico que a más de mostrarla de cuerpo entero evidencian su estrepitoso fracaso, pues con pequeñas obras como alcantarillas, letrinas y cortas vías de comunicación jamás podrán ocultar su entreguismo y su incapacidad para resolver los problemas básicos de la nación.

Ahora bien, confrontado con todo ello, ¿dónde queda su tan pregonado nacionalismo? … Resulta nada más que una careta para ocultar el verdadero rostro. Se exalta patrioteramente ciertos valores nacionales, mientras se ejecuta una política típicamente antinacional. Acaso los principales personajes de la vieja oligarquía desempolvados y puestos en la escena, no son la expresión misma de la anti-nación, que expolió secularmente al pueblo engranándose al capital financiero opuesto a Bolivia? … Acaso la burguesía creada por el MNR con los fondos de contrapartida no es la heredera legítima de esta misma oligarquía antinacional? … La historia de Bolivia así lo prueba y, por el contrario señala a la clase obrera, creadora de la riqueza nacional, al campesinado humilde, al pueblo explotado y sufrido como a los sectores más auténticamente nacionales y verdaderamente patriotas. Es sobre ellos que ahora se descarga la furia anti popular de los pretendidamente “nacionalistas”: masacres blancas, elevación constante del costo de vida y mayores penurias económicas es el saldo para el pueblo, mientras a Bolivia la intentan convertir en el “paraíso de los inversionistas”. Acaso pueden ser nacionalistas los que amenazaron y amenazan aún con la desmembración territorial de Bolivia al ver afectados sus privilegios de clase? … Podrán ser nacionalistas y patriotas aquellos que facilitan y alientan la agresiva penetración de la oligarquía y el gorilismo brasileño socios menores del imperialismo yanqui? …

Por los métodos que emplea y por el predominio de los sectores tradicional y declaradamente fascistas en el aparato del Estado, este gobierno es un gobierno incuestionablemente fascista. “La subida del fascismo al poder –como es sabido– no es el simple cambio de un gobierno burgués por otro, sino, la sustitución de una forma estatal de dominación burguesa –la democracia burguesa– por otra, la dictadura terrorista abierta” (Dimitrov). Por más que hablen de leyes, de Constitución, de orden y otras cosas por el estilo, este gobierno se estornuda en toda la estructura legal creada anteriormente por las mismas clases dominantes. Cientos de detenidos sin forma ni figura de juicio, decenas de revolucionarios asesinados impunemente; autoridades como los ministros del interior –el actual y el predecesor– que se erigen en jueces y verdugos de la ciudadanía, capaces de determinar por sí y ante sí la culpabilidad de las personas y aplicar penas. Las organizaciones sindicales avasalladas por la prepotencia oficialista. La desinformación, la mentira, la delación y el terrorismo sistematizados como política de gobierno; el cavernícola o ignorante anticomunismo como su filosofía. Los cuartes de las FF.AA. convertidos en cárceles y los oficiales en carceleros. En fin de cuentas la violación más descarada no solo de la legislación del país, sino también de los más elementales derechos humanos.

La alianza política de la FSB y el grupo gorilizado de las FF.AA., con el ala derechista, traidora y corrupta del MNR bajo el padrinazgo de la CIA, es apenas el intento de dar un barniz populista y desarrollista al régimen pro-norteamericano y fascista. Es la culminación abyecta del camino de traiciones emprendido hace tiempo por Paz Estenssoro y su cuadrilla que si bien hace esfuerzos por presentarse como anti-imperialista y revolucionario, los hechos lo van desenmascarando ante los trabajadores, ante el pueblo y sobre todo ante la base popular del mismo MNR. El momento que los fascistas crean ya no necesitarlos más, los echarán del usufructo burocrático de la administración pública en el que están empeñados. No obstante, también es evidente, que el propio imperialismo, tratará de apuntalarlos como relevo, en la perspectiva del desprestigio y debilitamiento de Banzer y su camarilla.

En síntesis el frente oficialista está corroído por innumerables contradicciones que día a día su vuelven más agudas. Las grotescas amenazas de Adett Zamora a los “propaladores de rumores” son el reconocimiento de que la tierra tiembla bajo sus pies. El pueblo sabe que “si el río suena es porque piedras trae”. Hay pugnas entre gorilas, cada uno de los cuales se cree el “salvador de turno”; las hay entre el MNR y el FSB, entre las FF.AA. y el MNR; entre los diversos grupos pequeño-burgueses y burgueses. Existen contradicciones patentes entre los sectores intelectuales y de las fuerzas armas, que profesan el “nacionalismo revolucionario” y la política gubernamental; entre la base popular del MNR y su dirección oficialista y corrupta. Todas estas pugnas se ahondan porque es cada vez más evidente y palpable la contradicción principal entre los intereses nacionales y populares, con el imperialismo y sus soportes nativos, mostrando la necesidad de la liberación nacional y el tránsito hacia una nueva sociedad.

BANZER & CIA., ENEMIGOS DE LA JUVENTUD

Para terminar de caracterizar al actual gobierno necesario es, señalar una más de sus facetas: la profunda barrera que los separa de la juventud boliviana. Desde luego, un régimen anti-nacional y anti-popular como el que hemos descrito, difícilmente puede atraer la simpatía de la inmensa mayoría de los jóvenes bolivianos de hoy. El futuro mismo de las nuevas generaciones está siendo hipotecado por el entreguismo. En el marco de la dependencia, reforzado por los actuales gobernantes, solo se puede vislumbrar un porvenir de mayor miseria y frustración. Por más empeño que pongan en atraerse a la juventud no podrán movilizarla tras sus objetivos de clase caducos y egoístas; ellos representan la reacción, el estancamiento y la pérdida de la dignidad nacional. La juventud en cambio está mayoritariamente junto a la clase obrera y el pueblo, por el progreso, la independencia nacional y el socialismo.

Para hacer efectivo su asalto al poder, este gobierno debió aplastar la valerosa resistencia del pueblo y la juventud. Inmediatamente después comenzó su ofensiva anti juvenil, ocupó violentamente las universidades para luego clausurarlas; despidió masivamente a todos los catedráticos y a una parte del personal administrativo. Paralizó igualmente todo el sistema educativo nacional ocasionando un grave perjuicio a los miles de estudiantes, a la educación y a la cultura del país.

Amplios sectores de la juventud boliviana están sintiendo de un modo directo la brutalidad del fascismo.

Nos corresponde convertir en lucha masiva y organizada el lógico descontento generado por esta situación. Impedir que el chovinismo gane o neutralice a determinados núcleos juveniles.

Hay que hacer conciencia de que solo a través de la lucha se podrá lograr cualquier conquista parcial y la conquista final de nuestro pueblo.

La universidad, particularmente a partir de los últimos movimientos de Reforma, elevó su papel de las luchas populares, tomando parte activa en el acontecer nacional al lado de las fuerzas progresistas. También se hicieron intentos, aunque no siempre encaminados con la suficiente fuerza, por superar la disgregación y el enquistamiento semi-feudal en el que se desenvolvían las universidades y por hacer más efectivo su rol específico como frente cultural. Estos procesos, lamentablemente, en alguno de los casos, carecieron de una dirección adecuada y estuvieron empañados por brotes anárquicos, sectarios y diversionistas que impidieron mayores logros de la movilización estudiantil. El golpe fascista de agosto significó para las universidades, la interrupción violenta de la reforma. Quienes se han hecho cargo de ellas, se aprestan ahora a ejecutar viejos planes imperialistas apuntalados por el BID, que antes no pudieron aplicarse por la vigilancia y la denuncia que de ellos hicieron las fuerzas democráticas y revolucionarias de la universidad. Han tenido que derrotar al pueblo y rendir a la universidad con tanques y bombardeos, para abrir la posibilidad de hacer la universidad tecnocrática e insensible, al servicio pleno de la oligarquía y el imperialismo.

Aunque se desconocen los planes concretos de la llamada “comisión de reforma universitaria” y de sus asesores extranjeros, es obvio que para la consumación de sus objetivos, necesitan afectar sustancialmente dos conquistas plasmadas a lo largo de muchos años de lucha reformista: la autonomía y el co-gobierno paritario. El régimen autónomo virtualmente cancelado por la violencia a partir de agosto, es la principal valla que entorpecería los planes reaccionarios. De igual manera, el mecanismo de participación estudiantil en la conducción de las universidades, el co-gobierno paritario, sería el canal natural por el que se exprese la resistencia del sector más dinámico y activo de la U. que no puede ser suprimido por decreto como lo ha sido el sector docente bárbaramente despedido.

Está pues, a la orden del día, la lucha por el restablecimiento y la defensa de la autonomía y el co-gobierno. Más aún como cuestión inmediata, la lucha por la reapertura de las casas superiores de estudio, porque en medio de su incapacidad y su temor la dictadura no parece estar dispuesta a abrirla. Esta situación que viven las universidades, afecta a todos los docentes y alumnos, por ello la lucha por estos objetivos debe encontrar la más amplia y masiva participación. Podrán no ser pocos los que capitulen creyendo que para la reapertura es preciso sumirse en la indiferencia y el pretendido “apoliticismo”, sin comprender que son motivaciones de estricto orden político las que han determinado las medidas gubernamentales.

Para la JCB está claro que desde la reapertura, la mantención de las conquistas, hasta la consecución de un clima de libertad y democracia en el seno de la universidad, solo puede ser el resultado de la lucha de los propios estudiantes y docentes. Las organizaciones estudiantiles como la CUB y las federaciones universitarias locales deben jugar su papel de verdaderos núcleos dirigentes del movimiento universitario. Es obvio que en la actualidad no pueden sino actuar desde la clandestinidad. Sin embargo, clandestinidad no significa reducir la lucha del universitariado a lo que buenamente puedan hacer por sí mismos los núcleos dirigentes. Resulta imperiosa la necesidad de generar un masivo movimiento de la base universitaria a través de Comisiones en todo nivel: cursos, facultades, bloques, etc., organismos que comiencen a dar la batalla partiendo de las cuestiones que más afecten a los estudiantes, rechacen a los “comités” oficialistas nombrados por los intervencionistas y tiendan a superar uno de los principales problemas que confronta el movimiento universitario: su dispersión. A la vez, dichas Comisiones constituirán los puntos de apoyo de las direcciones clandestinas o semi-clandestinas. Estamos convencidos de que esta es la forma correcta de encarar la lucha universitaria en estos momentos, porque combina la acción de los núcleos dirigentes con la búsqueda ineludible de la participación masiva, en circunstancias en que tácticamente la pelea se concreta en la lucha por reivindicaciones más apremiantemente sentidas por la masa universitaria: reincorporación incondicional del profesorado, instalación de tribunales examinadores, provisión de cátedras, comedor y becas y, en fin todo cuanto atañe a la normalización de la vida universitaria.

Al margen de todo lo anterior, corresponde a la JCB y a todas las fuerzas de izquierda, hacer un balance de los últimos procesos de Reforma, de la revolución universitaria, encontrar los puntos débiles, calibrar los avances que se habían logrado y elaborar una respuesta coherente a toda la suerte de falacias que inventa el gobierno para justificar su política anti universitaria.

Los otros sectores estudiantiles, secundarios y de institutos profesionales, viven también las consecuencias de la arremetida de este gobierno que está visto que a más de ser antinacional, y por ello mismo, es el gobierno de la anti-cultura. La suspensión de labores educativas a título de proyectar una nueva “reforma”, obedeció exclusivamente al propósito de acallar todo centro de oposición. La mediocracia encarnada en el sistema educativo ha demostrado su sectarismo cavernario, su inmoralidad y, en última instancia, su incapacidad siquiera para elaborar un esquema educativo al paladar de la reacción derechista. En este caso, la ofensiva del gobierno se dirige a aplastar brutalmente todo vestigio de la escuela democrática, pasando por encima del Código de la Educación y los planteamientos del Congreso Pedagógico. Al tropezar irremediablemente con la oposición de amplios sectores estudiantiles y docentes, la dictadura solo atina a detener indiscriminadamente a decenas de maestros y alumnos y a suprimir por decreto los organismos gremiales. Todo ello, hace comunes y unitarias las reivindicaciones de todos los sectores estudiantiles y del magisterio. Surgen por tanto tareas importantes para levantar la lucha coordinada de estos sectores.

LA UNIDAD JUVENIL ANTI-IMPERIALISTA

El Programa de nuestro Partido, que es nuestro Programa, establece la estrategia revolucionaria que rige la presente etapa. Señala al imperialismo yanqui y sus aliados internos representados por las capas más encumbradas de la burguesía (en actual ejercicio del poder) como a los enemigos principales que hay que derrotar. Plantea la necesidad de la revolución popular anti imperialista que comienza con la ruptura de la dependencia al imperialismo y continúa, a través de la fase del desarrollo económico independiente, hasta alcanzar el socialismo. Considera la necesidad de la alianza de los campesinos (asalariados y pobres), la pequeña burguesía urbana: estudiantes, intelectuales avanzados etc.; con el proletariados como fuerza social dirigente. Llama a estructurar el frente popular anti-imperialista como instrumento aglutinador de esas capas y clases y de sus organismos políticos y sociales. Bajo la orientación de este programa, la JCB despliega su acción; su III Congreso Nacional ha propuesto la formación de un frente juvenil anti-imperialista que siendo parte de la unidad popular, exprese la vocación patriótica y revolucionaria de las más amplias capas juveniles.

En consonancia con esta concepción estratégica, como es sabido, el partido ha pasado a formar parte del frente revolucionario anti-imperialista (FRA), con la perspectiva de hacer de este frente el instrumento unitario de la revolución popular anti-imperialista con vistas al socialismo. Esta situación nueva se presenta como resultado de la resistencia unida efectuada por las fuerzas revolucionarias al golpe fascista de agosto y por las nuevas condiciones que han comenzado a imperar en el país. En el FRA participan casi todos los partidos y grupos de izquierda y el sector de las FF.AA. leal al proceso democrático encabezado por el General Tórres. Es indudable que la necesidad de enfrentar unidos a la dictadura fascista, no elimina las diferencias ideológicas de las diversas tendencias. Sin embargo, esas diferencias no deben entrabar la resistencia común al enemigo principal. Tampoco podemos ni debemos abandonar la lucha ideológica, manteniéndola en un plano de fraternidad y respeto mutuos.

Las tareas de consolidar el FRA, no son desde luego fáciles, nos enfrentamos a dos tipos de problemas. Primero: el peligro de que el FRA no pase de ser un acuerdo de las cúpulas partidarias, sin ligazón estrecha con el movimiento de masas; esta dificultad no deriva solamente de los contratiempos propios del trabajo ilegal y clandestino, sino también de las particulares concepciones de algunos aliados, de su inclinación a prescindir de las masas, de su tendencia a simplificar el problema de la revolución a la sola preparación de grupos selectos de combatientes. Segundo: el sectarismo tradicional de algunos partidos, que se traduce en cierto “ventajismo” y la falta de espíritu unitario en la estructuración de los organismos del FRA. Todo lo anterior, refuerza nuestra convicción sobre la necesidad permanente de la lucha ideológica, pero sobre todo nos indica que las tareas de organizar el frente a todos los niveles es una de las tareas más importantes del movimiento popular y en especial de los comunistas, pasando por encima de estas u otras muchas dificultades que puedan presentarse en el camino.

La lucha unitaria se plasma en puntos concretos que han sido esbozados en las primeras expresiones públicas del FRA a nivel nacional. No obstante, cada uno de ellos se ampliará y enriquecerá en la medida en que el FRA sea una realidad viviente a nivel de todos los sectores.

Nuestra concepción frentista parte de la comprensión de que el FRA es una alianza de clases y capas sociales en la que el proletariado es la fuerza social dirigente y, por tanto, los métodos de lucha del proletariado deben ser los métodos de lucha del frente.

En lo que toca a nosotros, los jóvenes comunistas, nos corresponde asumir la responsabilidad de integrar el FRA en los medios juveniles, principalmente universitarios y estudiantiles.

Los comités del FRA deberían actuar en colegios, facultades, barrios, talleres y todo ámbito donde palpite la actividad juvenil. Ellos serán los núcleos dirigentes que impulsen la organización de las masas y la lucha por las reivindicaciones concretas en cada sector.

NUESTRAS TAREAS

La Juventud Comunista de Bolivia, hechas las consideraciones precedentes, resume en los siguientes puntos esenciales los objetivos de su lucha presente:

  1. Organizar y dar vida combatiente al FRA en los sectores juveniles.
  2. Contribuir al surgimiento de un movimiento de defensa de las libertades democráticas que ponga freno a la barbarie fascista y particularmente luche por la libertad de los detenidos.
  3. Desarrollar un masivo movimiento por la reapertura de las universidades, con vigencia de la autonomía y el cogobierno paritario.
  4. Defender los derechos y conquistas del pueblo trabajador: libre asociación sindical, mejoramiento de las condiciones de vida, inamovilidad.
  5. Defender el patrimonio nacional, contra el entreguismo y la voracidad extranjera.
  6. Impulsar la lucha por las reivindicaciones juveniles en todos los sectores.

Camaradas:

Una de las principales lecciones que debemos asimilar del acontecer último, es que las necesidades de la lucha revolucionaria, imponen no solo la elaboración de una línea política justa, sino también de que esa línea sea aprehendida por las grandes masas y transformada en verdadera fuerza material. Haciendo honor a los héroes que han caído en la lucha, salgamos pues, convencidos de encaminar nuestra labor en ese sentido.

BOLIVIA, marzo 1972 Comité Nacional JCB