¿Tiene lógica entregar en bandeja a las corrientes opositoras el argumento de la defensa de la Constitución?
Un balance de gestión, como resulta casi obligado al final de año, no arroja precisamente muchos elementos para el optimismo. Antes que disminuir, aumentaron los focos de tensión social, política y militar en varios puntos del planeta. En vez de reforzar las tareas trabajosamente acordadas para atenuar los estragos del cambio climático, ellas están siendo no solo incumplidas, sino directamente rechazadas por el Gobierno estadounidense, en una acción descabellada y prepotente que desafía al mundo entero.
Tendencias reaccionarias, ultraconservadoras y antidemocráticas ganan peligrosamente espacios de poder en algunos países, marcando una peligrosa tendencia regresiva, que no se detiene ni siquiera ante las vallas humanitarias construidas por la aplicación de los derechos humanos.
¿Y cómo andamos por la región y el país? Procesos de reforma, surgidos y desplegados en condiciones democráticas (incorrectamente llamados “populistas”), caracterizados por su inclinación a redistribuir la riqueza y a la toma de decisiones soberanas, están siendo vapuleados en cierta medida por sus propios errores y limitaciones: casos obscenos de corrupción, incompetencia en el manejo de la economía o ineficiencia en la gestión gubernamental. Ahí están, como para mirarnos en un espejo, sin ir muy lejos Brasil, Argentina y Venezuela.
Los planes regresivos a nivel continental y mundial tienen un claro inspirador ideológico y un activo articulador operativo: el poder imperialista de Estados Unidos. Sería demasiada ingenuidad desconocer esa realidad; suponer que los organismos creados con el fin de establecer un control hegemónico sobre nuestros países están de brazos cruzados, contemplando impasibles el surgimiento de gobiernos que rechazan la injerencia imperialista, impulsan el desarrollo económico independiente y aplican políticas soberanas en la arena internacional. Las críticas públicas que voceros norteamericanos o personeros serviles, como Almagro en la OEA, profieren contra estos procesos son, en realidad, bravatas inofensivas.
Lo grave de la labor corrosiva contra nuestros pueblos no está a la luz del día, transita por canales subterráneos, se concreta en “acciones encubiertas” cuyos efectos con frecuencia sentimos, pero cuyos detalles se conocerán recién dentro de 30 o 50 años cuando los archivos de los servicios de inteligencia sean “desclasificados”. Eso ocurrió por ejemplo con la brutal injerencia yanqui en el derrocamiento del presidente Salvador Allende en Chile. ¿Tenemos acaso el derecho de olvidarlo? ¿Alguien puede afirmar con seriedad que tales políticas han cesado y las sucesivas administraciones estadounidenses ya no las aplican? Al contrario, se sabe que con las nuevas tecnologías se han intensificado y perfeccionado hasta grados inimaginables de sofisticación. Gracias a esporádicas filtraciones masivas de información una pequeñísima parte de dichas acciones dejaron de ser un secreto.
Sin ignorar este contexto es que debe evaluarse lo ocurrido en el país a lo largo del año que concluye. Pero aun así, el balance tampoco puede ser optimista. Junto a logros innegables hay demasiadas falencias: exceso de arrogancia que no permite leer las señales que la realidad emite; déficit acentuado de participación real que no logra sustituirse con grandes concentraciones humanas cada vez menos espontáneas y, por tanto, menos entusiastas; reiteradas incoherencias por la contradicción entre lo que se dice y lo que se hace…
Caben preguntas cruciales: ¿tiene lógica entregar en bandeja a las corrientes opositoras el argumento de la defensa de la Constitución? ¿Es parte de una estrategia, en este caso suicida, o solo producto del llunk’erio de una élite irresponsable? Ojalá en 2018 comiencen a despejarse esa y otras dudas.
Es periodista.
Me gusta este análisis, es equilibrado, profundo, breve y sustancioso. comparto lo fundamental de tus apreciasiones Carlo.
La caida que parece inminente, de los progresismos en nuestra América, se debe fundamentalmente, al endiosamiento de los caudillos, que resultaron ser los conductores maximos de los prosesos y a partir de ahí, el trabajo del enemigo es exelente.
mientras mas se aislen los gobiernos, de su base social, creyedo e los cantos de sirena, coreados por unos dirigencias mercenarias, e ilegitimos de los llamados movimientos siciales, está creado el caldo de cultivo para su debilitamiento y su derrumbe ya es un hecho.